La huida del ex congresista Oscar Tulio Lizcano, en manos de las FARC desde hacía ocho años, fue el pretexto utilizado por el presidente Álvaro Uribe para dar plantón a los 40.000 indígenas que tenía esperando en Cali, capital del departamento del Valle del Cauca.

Uribe cambió su agenda para comparecer ante los medios con el guerrillero apodado Isaza, que huyó junto a Lizcano, y presentar este hecho como un «gran operativo» de las Fuerzas Armadas colombianas. La televisión colombiana interrumpió su programación habitual para informar en directo de la rueda de prensa tanto del presidente como del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, que mostraron ante las cámaras a un debilitado y confuso Lizcano.

En el Centro Administrativo Municipal de Cali, mientras, aguardaban los líderes indígenas para negociar una agenda de cinco puntos, entre ellos, la situación de los derechos humanos y la crisis humanitaria que viven los pueblos nativos por los desplazamientos forzosos.

Uribe llegó con varias horas de retraso, cuando los participantes en la marcha habían comenzado a desmontar las sillas y mesas para proseguir la caminata hacia Bogotá.

Desde un puente peatonal y con megáfono en mano, se dirigió a los indígenas que le recibieron con una fuerte pitada e insultos como «paraca -sinónimo de paramilitar-. «¿Es ese el diálogo que quieren? ¿A eso me invitan a dialogar mañana -por ayer-?», exclamó.

Ante la fallida reunión del domingo, los indígenas le propusieron un nuevo encuentro ayer en el estadio Pascual Guerrero, pero el presidente lo rechazó y los convocó para el próximo domingo en Popayán.

«Nos vamos a reorganizar, vamos a seguir trabajando. Hemos dicho de frente al país que quien nos tilda de terrorista, nos asesina y quien nos quita la posibilidad del territorio es quien hoy dejó la silla vacía», subrayó un líder indígena.

La atención mediática en Colombia, sin embargo, seguía centrada en Lizcano y las circunstancias que rodearon su huida. Uribe pidió a las FARC que se desmovilicen y sigan el ejemplo de Isaza, a quien le dio una recompensa. El Estado francés se ofreció a darle junto a su compañera asilo pero bajo «ciertas condiciones», que no reveló el portavoz del Quai d'Orsay, Eric Chevalier.