Desde que en 1898 comenzó la construcción del complejo hospitalario siguiendo el proyecto del entonces arquitecto municipal Enrique Epalza, Basurto estaba llamado a ser un equipamiento singular. Para preparar su diseño, Epalza visitó durante seis meses con el director asistencial del Hospital de Atxuri, José Carrasco, las más prestigiosas infraestructuras sanitarias europeas, inspirándose finalmente en el Hospital de Eppendorf, en Hamburgo, uno de los más modernos de la época.

Gracias a la industrialización, Bilbo había superado los 70.000 habitantes y la Junta de Caridad que impulsó su creación estimó urgente dotar de un nuevo hospital a la villa, ya que el de Atxuri no podía atender las necesidades básicas de una población en crecimiento. Un terreno de ocho hectáreas, a dos kilómetros de los límites del emergente Ensanche, en una zona aireada y con buenos vientos, fue el elegido. El diseño se basó en una estructura pabellonal, con capacidad para albergar 800 camas, como marcaban los mejores cánones de la época.

Fue una década de obras, en la que se invirtieron 6,4 millones de pesetas para levantar los pabellones y dotarlo de material médico-quirúrgico y de laboratorio. El presupuesto equivalía al 1% de las cuentas del Estado español o al 50% del capital social de Altos Hornos de Vizcaya. El hospital fue inaugurado el 13 de noviembre por el alcalde de Bilbo, Gregorio de Ibarretxe; el presidente de la Junta de Caridad, Gregorio de la Revilla; el obispo de Gasteiz, monseñor Cadena y Eleta; y el infante español Fernando de Baviera, entre otras autoridades.

Al doctor Enrique Areilza hay que atribuir en 1920 el logro de una más adecuada dotación médica, creando el cuerpo de ayudantes de clínicas voluntarios en 1922. Se buscaba con ello mejorar la asistencia hospitalaria y permitir a los profesionales vizcainos completar su preparación. La ulterior fundación del cuerpo de médicos internos (MIR), que sustituirá al de alumnos internos, supone la definitiva institucionalización de la reforma introducida en 1992

Fue en Basurto donde en 1936 el lehendakari José Antonio Agirre inauguró el primer germen de la universidad pública en Bizkaia con la facultad de Medicina, que se cerró a raíz de la guerra. Cuatro décadas después, en 1970, comenzaron a impartir esos estudios, a los que siguió la Escuela de Enfermería de la UPV-EHU y otra de fisioterapia. Desde entonces se han formado allí centenares de profesionales sanitarios. El hospital bilbaino dispone de algo más de 200 profesores universitarios que imparten estudios de pregrado y postgrado. Hay más de 125 alumnos por curso y 250 residentes.

Hacia un nuevo modelo de gestión

En 1979 se abre una nueva fase al iniciar el Consistorio bilbaino gestiones para una posible descalificación del hospital, privándole de su condición de centro de beneficiencia privado gestionado por una Junta de Caridad. Se argumentó una insuficiencia de medios económicos para afrontar su mantenimiento, por lo que se reclamaron ayudas al Gobierno español. Esta solicitud tuvo respuesta negativa de la Administración y la continuidad del complejo estuvo en peligro.

La previsible transferencia de las competencias sanitarias a una futura administración autonómica llevó a la comisión gestora de Basurto a demandar la inclusión del centro en la organización asistencial de la Seguridad Social proponiendo para la institución el transito, una vez reconocida su desprivatización, a la «red sanitaria planificada por el futuro Gobierno Vasco» .

Un decreto en febrero de 1992 estableció la aceptación por el Ejecutivo de Lakua de la cesión patrimonial de los bienes de vinculación sanitaria realizada por «la asociación beneficio-particular Santo Hospital Civil de Bilbao», asi como la subrogación en las relaciones jurídicas con su personal y la integración con un modelo propio de gestión económica en Osakidetza. Entre los retos de futuro del hospital centenario está ahora la remodelación completa de las Urgencias; la rehabilitación del pabellón Aztarain, donde se ubicará el hospital de día que atenderá a enfermos oncológicos en 40 camas; así como el aumento de los quirófanos. En las últimas décadas, Lakua ha afrontado la reforma y modernización de la mayor parte del complejo.

Desde 1992, Basurto tiene los mismos problemas que el resto de centros públicos. «La política de Osakidetza es la de desviar operaciones y pruebas hacia los centros privados», resaltan fuentes sindicales.

Más de 3.100 trabajadores -un 70% mujeres- están empleados en el centenario hospital, de los que una buena parte pertenecen a subcontratas. «No se amplían los servicios subcontratados pero sí las plantillas de las empresas que los prestan», censuran los representantes de los trabajadores de Basurto. Además, apuntan que, en el caso del personal de limpieza, la dirección prefiere a los subcontratados que «tirar de la lista de sustituciones de Osakidetza. Todo un ejemplo de su política de desviación de fondos públicos hacia compañías privadas».

Desde la dirección se incide en que «lo que siempre ha caracterizado al hospital son las personas y los valores». En su opinión, el prestigio del centro se sustenta «en una medicina y en unos cuidados sanitarios cercanos y humanos, siempre teniendo presente que tratamos con y para personas».

En cifras, Basurto recibe anualmente más de 35.000 ingresos de pacientes, asiste a 2.500 partos y en sus quirófanos se práctican 27.500 intervenciones. Además, 140.000 personas acuden a Urgencias y otras 625.000 a consultas. Otro datos de interés para los amigos de los números es que en el hospital se dispensan 475.000 comidas y cenas anuales, se hacen 50.000 camas, se envían a la lavandería 1.650 toneladas de ropa, o se limpian a diario 75.000 metros cuadrados de suelo.