Raimundo Fitero
Gastos sociales
Por si acaso alguien pensaba que son los agoreros los que claman frente a los escándalos financieros, en “Informe Semanal” pasaron un reportaje sobre las elecciones de pasado mañana en el centro neurálgico del mundo que se convirtió en una denuncia de la marginalidad económica existente actualmente en Estados Unidos, es decir, una suerte de radiografía de la vergüenza capitalista. En este reportaje aparecen voces diversas, pero impresiona ver a quienes están dedicados día a día a tratar con los excluidos, con los que ven cómo el sueño americano se ha tornado una pesadilla, de los datos fehacientes, no las opiniones, el gobierno federal ha cortado dos mil millones de dólares en gastos sociales, pero es el mismo gobierno que ha puesto setecientos mil millones de esos dólares para rescatar a los bancos y las aseguradoras díscolas.
Nueva York puede ser el paradigma de los desclasados, de los contrastes, de las realidades superpuestas, de la escala social. Pero en otras zonas se encuentran los indios nativos, los más pobres de todos, los más extrañados, el símbolo del colonialismo, de la destrucción de unas etnias, convertida, casi en una atracción turística, en los conserjes de algunos casinos, lugar, junto a las iglesias donde acuden los menos favorecidos para encontrar el consuelo balsámico de la religión o la suerte. Los sioux son bastante más para la historia de América que los extras de las películas de vaqueros o los malos en ls películas del patriotismo militarista con el séptimo de caballería como símbolo pertinaz llegando en el último momento a golpe de cornetín.
Es uno de los jefes indios el que pone el dedo en la llaga, asegurando que la posibilidad de la presidencia de Obama no es nada más que una jugada estudiada, y asegura que a pesar de ser de origen africano está colocado ahí por los mismos que mantienen el poder económico y financiero, a los que les va muy bien derivar la mirada sobre este asunto circunstancial para dejar lo profundo, la desigualdad, la marginación de los pobres en el mismo sitio de desatención, con los gastos sociales congelados, con el crecimiento de la pobreza y la marginalidad.