Un remedio peor que la enfermedad
«Una novia para dos»
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Aunque Howard Deutch debutó en pleno apogeo de la comedia juvenil de los 80 con «La chica de rosa», luego se volcó en la recuperación nostálgica del género a través de su ciclo dedicado a la veterana pareja formada por Jack Lemmon y Walter Matthau. En «Una novia para dos» vuelve a trabajar con intérpretes jóvenes, pero intentado transmitir el ritmo y la elegancia de la comedia romántica clásica, a partir de un guión que se presta a los equívocos y las situaciones ambiguas. Jason Biggs, Kate Hudson y Dane Cook componen un atractivo triángulo, con los caracteres perfectamente diferenciados. La hija de Goldie Hawn se deja querer por sus dos compañeros de reparto, que compiten por ella con físicos desiguales. Dane Cook es el guaperas, al que otros menos agraciados contratan para que se porte mal con sus respectivas chicas, y así las haga creer que los seductores no les convienen y que es mejor volver con el novio feo pero cariñoso. Jason Biggs es el que piensa que el galán de alquiler hará que su bella prometida regrese a sus brazos aún más convencida del emparejamiento de por vida, pero el gigoló se enamora de ella y, en lugar de maltratarla, la colma de atenciones. Nada sale según lo previsto, porque los personajes de «Una pareja para dos» distan mucho de ser perfectos, y eso, a fin de cuentas, es lo que los hace divertidos. Cuantos más errores cometen más nos reímos con ellos.