En el juego de ajedrez se llama enroque al movimiento que permite intercambiar la posición de la torre y la del rey, con el objetivo de proteger a esta figura clave de un eventual jaque mate contrario. En sentido figurado, enrocarse significa también atrincherarse, blindarse. Tanto en una como en otra acepción, por tanto, el término define bien el último movimiento de UPN, que ha cambiado algo -su pacto con el PP- para que todo siga igual, para resguardarse a sí mismo y para preservar sobre todo el estatus político de Nafarroa.

Sólo faltaba que el PSN aceptara la oferta de UPN, y esto sí se certificó ayer, en el Debate sobre el Estado de la Comunidad celebrado en el Parlamento. Con este peculiar enroque, UPN suelta el lastre del PP y se disfraza de centrista al tiempo que el PSN se camufla de oposición pero ejerce realmente de partido de gobierno.

El realineamiento en esa parte del tablero navarro está consumado. UPN y PSN juegan en el mismo lado, junto a CDN y a un renacido PP que no tardará en incorporarse a la fórmula. Esta comunión de intereses que puede sonar tan extraña a nivel estatal ha sido la norma durante estos 25 años en Nafarroa, lo que evidencia su condición de indudable asunto de Estado. Así que en la parte de enfrente nadie deberá sorprenderse.

El enroque es una maniobra básicamente preventiva. Se trata de una jugada más de defensa que de ataque, que se hace pensando sobre todo en evitar el jaque mate contrario, y no en salir a campo abierto en busca de las posiciones rivales. Puede suponer un alivio momentáneo, pero no constituye una solución definitiva. UPN aparece fuerte, pero sabe que su posición de fondo es débil, especialmente porque todo el mundo sabe que las reglas de juego de esta partida no fueron diseñadas de común acuerdo por los dos rivales. Sería lógico ahora que desde el otro lado se articulara otro realineamiento similar. Una ofensiva que provocara un jaque político y diera el triunfo a quienes realmente defienden que la ciudadanía navarra decida por sí misma.