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Alvaro Reizabal Abogado

Cabrona versus hijos de puta

Si llamar hijos de puta a los diputados de tu partido es algo jocoso y sin importancia para los responsables del Gobierno, ¿cómo el fiscal, que ejerce la acusación en nombre del Estado, puede calificar de delito de injurias graves llamar cabrona a la alcaldesa?

He amanecido este oscuro 20-N oyendo una versión del himno del Athletic en correcto euskera, interpretado por un coro de voces blancas. Me ha extrañado, porque el programa en cadena se emite desde Madrid, pero he quedado más sorprendido aún cuando la locutora ha explicado que las voces eran de niños del Congo, que pese a estar en plena guerra, mantienen el ánimo de cantar. Es increíble lo que está pasando desde que Rajoy viste camiseta del histórico club de Ibaigane y reza a San Mamés: hay hinchas del Athletic hasta en el Congo y émulos de los leones que adoptan su nombre. Emocionante, pero quiero dejar constancia de que hace ya muchos años que en Mindelo (Cabo Verde) había un equipo llamado Real Sociedad que jugaba al fútbol con las camisetas usadas que les mandaban los donostiarras con propaganda y todo, y hasta el momento, no ha sido necesario recibir en el club a Esperanza Aguirre ni a Regina Otaola.

Digo Otaola y recuerdo que está corriendo el plazo para redactar el escrito de defensa en uno más de los asuntos penales que se han generado en Lizartza desde que regina martires se hizo cargo de la alcaldía de aquella manera. La litigiosidad penal ha aumentado de forma exponencial en este enclave guipuzcoano de unos 600 habitantes. En el caso que nos ocupa se acusa a J. I. P. de que el 7 de noviembre de 2007 exhibió una pancarta (88 x 63,5 cm.) en la que se podía leer «Otaola, qué cabrona eres», en el preciso instante en que la alcaldesa se encontraba en el balcón del Ayuntamiento. La acusación particular que actúa en nombre de la regidora municipal calificó los hechos de delito de injurias graves hechas con publicidad y solicitó pena de multa de 8.400 euros. En su día pedimos el archivo del asunto, o que los hechos fueran calificados de falta, alegando, por un lado, que el acusado desconocía el contenido del cartel, pues se lo dieron un momento antes y no lo leyó, y de otro, que a día de hoy llamar cabrona a alguien es una tontería que no puede merecer el reproche penal. Nuestra pretensión fue desestimada y ahora se abre el juicio oral. El fiscal también califica los hechos de injurias graves y pide 12.600 euros de multa, más que la acusación particular, algo muy poco frecuente.

Mientras, Bono, presidente del Congreso español dice que los compañeros del propio partido son unos hijos de puta. Ni entro ni salgo, él sabrá. Zapatero ha quitado hierro al asunto diciendo que no está en absoluto molesto con él, añadiendo la vicepresidenta que el comentario no le parece ofensivo, sino jocoso. De acuerdo, pero entonces no acierto a comprender cómo, si llamar hijos de puta a los diputados de tu partido es algo jocoso y sin importancia para los responsables del Gobierno, el fiscal, que ejerce la acusación en nombre del Estado, puede calificar de delito de injurias graves llamar cabrona a la alcaldesa del pueblo. ¿Será que J. I. P. no es tan «bono»?

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