Política Agraria común al servicio del mercado
L a discusión que los ministros de Agricultura de la Unión Europea mantuvieron ayer hasta lograr el acuerdo de revisión de la la Política Agraria Común se centró en los porcentajes de la reducción de las ayudas directas a los productores y de los aumentos de las cuotas lecheras, de modo que la reforma agrícola sólo admitía modificaciones cuantitativas. Dicha reforma consiste en una reducción paulatina del 10% de las ayudas directas en lugar del 13% propuesto, así como una subida anual del 1% de las cuotas lecheras, revisable en función de la evolución del mercado. Por tanto, la filosofía de la Política Agraria de la Unión Europea no varía. Desvincula las ayudas de la reducción y tiende a liberalizar el sector, a adaptarlo al mercado. Llama la atención, además, el momento en que los ministros han aceptado esa reforma. Precisamente cuando mayor control de producción y de precios debería existir, se deja el sector a merced de un mercado desregulado y abierto a importaciones. Por un lado, a raíz de la situación de crisis económica, proclaman una y otra vez la necesidad de una mayor regularización del mercado y, por otro, avanzan en la liberalización del único sector que estaba regulado. La política agraria de la UE, lejos de favorecer a los productores y a los ciudadanos en general, se decide al servicio del mercado.