El japonés Hayao Miyazaki, el dibujante, director y filósofo más respetado del país
Este hombre de pelo y barba blancas, gafas de pasta gruesa y voz grave, es el que ha creado algunos de los iconos de cultura popular que más han calado entre los japoneses, como Totoro o Porco Rosso.
GARA | TOKIO
La animación se considera como una de las armas más formidables del poderío cultural nde Japón, además de constituir una industria que ronda los 200.000 millones de yenes (2.101 millones de dólares) anuales, según Jetro, el organismo de apoyo al comercio del país nipón.
Hayao Miyazaki se dedica a dibujar con un lápiz, pero además de ser el director de películas más exitoso de Japón es una de las figuras públicas más respetadas del país. Y Miyazaki es al anime lo que el emperador Akihito al Estado japonés: tres de las cinco películas con más recaudación de la historia son productos de Studio Ghibli, la fábrica de sueños de este dibujante.
A lo largo de su larga carrera, Miyazaki, de 67 años, ha dirigido diez películas en las que algunas de las constantes son un amor desmedido por la aviación y el hecho de que muchos de los protagonistas son niñas fuertes e independientes.
El director ha diseñado, en películas como «La princesa Mononoke», «Mi vecino Totoro» o la reciente «Ponyo en el acantilado», por otra parte, una filosofía de respeto por el medio ambiente que huye de la dicotomía entre el bien y el mal, acoplada perfectamente con la tradición cultural japonesa.
En un seminario celebrado recientemente en Tokio, insistió, precisamente, en criticar el desarrollismo desmedido y la falta de equilibrio económico. El origen de la incertidumbre que vive la nación nipona está, a su juicio, en que Japón produce sólo el 35 por ciento de la comida que consume, mientras, debe importar el resto.
Por eso, Hayao Miyazaki se declaró «tremendamente pesimista» acerca del futuro que espera al país.
Para Hayao Miyazaki es «más fácil» diseñar personajes protagonistas para niñas, porque los niños caen «más fácilmente en lo comercial» y es «más difícil llegar a sus almas».