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Tasio Erkizia Miembro de la izquierda abertzale

Crear un movimiento soberanista

Tasio Erkizia considera que se dan bases mínimas para crear un movimiento soberanista unitario, aunque subraya que para avanzar en ese camino son imprescindibles los compromisos personales. El histórico militante abertzale concreta en este artículo su aportación particular, desarrollada en cuatro puntos de actuación bien definidos.

Llevamos un tiempo escuchando distintas llamadas sobre la necesidad de crear un proyecto político con referencias nítidamente soberanistas. Varios sindicatos, y entre ellos ELA y LAB, han realizado durante los últimos años proclamas, aunque no idénticas sí coincidentes en muchos aspectos y dirigidos en ese mismo sentido. A nivel individual, personas desde distintas sensibilidades políticas han y hemos solido subrayar la necesidad imperiosa de dar pasos firmes en la misma dirección.

Es una música que suena bien, tiene muy buena acogida en un sector muy amplio de Euskal Herria, pero que se queda a un nivel de sueño político. Un deseo con amplia receptividad social pero sin ninguna concreción práctica. Una proclama fácil de realizar por cuanto que no conlleva, por ahora, ningún compromiso personal. Pero ese deseado movimiento soberanista, a falta de concreción y plasmación práctica, lleva camino de convertirse en un nuevo fiasco para numerosas personas. Un nuevo deseo ahogado por falta de propuestas concretas. Una llamada a terceros demasiadas veces realizada desde la comodidad y la falta de compromiso personal.

Creo que ha llegado la hora de dar pasos al frente. Es momento de realizar propuestas concretas sobre el significado exacto de dicha alternativa. La grave situación que vive Euskal Herria exige actuar con valentía e imaginación. Es hora de realizar propuestas desde la disposición al compromiso personal.

Como aportación realizada desde una perspectiva exclusivamente personal, entiendo que en la Euskal Herria actual necesitamos crear dinámicas y espacios de entendimiento y confianza mutuos que favorezcan de un modo natural la potenciación de ese movimiento socio-político soberanista. Una dinámica que progresivamente debe conllevar, a mi modesto entender, entre otras iniciativas, las siguientes:

Uno. Definir las bases socio-políticas de la alternativa soberanista, que ha de comenzar a tener nombre y apellidos concretos. No debe tomar la forma de un programa electoral ni un programa de gobierno, con concreciones y grandes promesas, pero tampoco puede limitarse a una proclama política llena de generalidades. Es momento de exponer a los trabajadores y los sectores populares de Euskal Herria cuáles son las características de una política soberanista en contraposición a otras políticas que favorecen los intereses económicos de los que más tienen y agudizan la dependencia para con los estados francés y español encaminada a la progresiva asimilación de nuestra identidad nacional.

Definir las bases socio-políticas significa acordar las líneas generales sobre una política de progresiva recuperación del euskara en los siete territorios de Euskal Herria; las líneas maestras de actuación para ir configurando un sistema de enseñanza propio en todo el territorio nacional; las líneas maestras de actuación para potenciar la cultura vasca dentro de una sociedad pluricultural; iniciativas concretas y progresivas para ir configurando, en una economía globalizadora, el espacio socio-económico propio para los siete territorios; las iniciativas políticas imprescindibles para crear instituciones nacionales; formas de realizar la defensa firme del derecho a decidir de Euskal Herria frente la imposición centralista, etcétera.

Las bases socio-políticas del bloque soberanista no deben parecerse a los principios ideológicos y programáticos de un partido político, por cuanto que hemos de ser capaces de reunir distintas sensibilidades aglutinando un abanico plural, pero al mismo tiempo han de tener la suficiente concreción para que se conviertan en polo de referencia para ese amplio espectro soberanista de la sociedad vasca.

Dos. Potenciar espacios naturales de actividad política en común. Llegar a acuerdos sobre las bases socio-políticas en las que debe sustentarse un movimiento soberanista es importante, pero ser capaces de aglutinar nuestros esfuerzos en proyectos comunes es todavía más transcendental. Recuperar la confianza mutua y identificarnos en la tarea diaria de la construcción nacional es de vital importancia para crear un movimiento político de base sólida y con proyección estratégica. Y en ese sentido no partimos de cero. El Foro Nacional de Debate ha propiciado en los últimos años un espacio común de reflexión y sobre todo de trabajo en común de indudable transcendencia. Un espacio con grandes potencialidades de cara al futuro. Asimismo, organismos populares como Euskaria u Orreaga ofrecen espacios de colaboración interesantes si hay voluntad para trabajar conjuntamente. Y cómo no, sin olvidar la referencia especial que configuran las plataformas electorales conjuntas como «Euskal Herria Bai» de Lapurdi, Baxe Nafarroa y Xiberoa.

Tres. Acordar una hoja de ruta para lograr la convivencia democrática. Es indudable que las distintas expresiones de violencia que padecemos en nuestra tierra no facilitan el trabajo en común ni posibilitan una convivencia democrática. Para quienes impulsen un bloque soberanista, lograr la superación del actual marco jurídico-político por otro que reconozca los derechos democráticos para nuestro pueblo debe constituir uno de sus objetivos prioritarios. Partiendo del derecho a decidir como nación diferenciada y el derecho a nuestra territorialidad hemos de lograr un acuerdo de respeto mutuo, el compromiso de no interferir en las decisiones que nos competen como pueblo. Respeto entre iguales que posibilite la defensa de todas las opciones políticas, incluida claro está, la de la independencia.

Y para ello, el gran escollo a superar son las constituciones centralistas a ultranza de los estados español y francés, junto con el estatuto regionalista de la CAV y el Amejoramiento de Nafarroa. La Constitución española que dentro de unos días cumple 30 años y los estatutos que surgen de ella son el corsé que ahoga las ansias de libertad dividiendo los cuatro territorios del Sur de Euskal Herria e imponiéndonos la mordaza que nos anula como pueblo. Una estrategia común para superar esa barrera debe constituir uno de los fundamentos de ese bloque soberanista.

Cuatro. Potenciar el funcionamiento de un movimiento soberanista desde nuestros barrios y pueblos. Cuantos más acuerdos se den entre las direcciones de los partidos políticos, sindicatos y organismos ciudadanos para configurar ese bloque soberanista, mejor que mejor. Pero lo deseable sería que el proyecto soberanista tuviera su piedra angular en un gran movimiento de masas creado pueblo a pueblo y barrio a barrio. Deberíamos conseguir crear una sinergia especial entre toda la ciudadanía que apueste por una Euskal Herria socialmente justa y con derecho a decidir libremente su futuro. Un proceso sin prisas pero sin pausas. Sin hipotecarse por las urgencias de las citas electorales, pero aprovechando todas las coyunturas para ir tejiendo esa amplia red socio-política.

Los sueños serán realidad en la medida que nos impliquemos de manera personal y comprometida. En Euskal Herria hay fuerza y determinación, falta conjugar tanta energía e ilusión.

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