Uno no está por la labor de interpretar el papel de abogado del diablo en un día en el que seguro que muchos aficionados acuden a su puesto de trabajo con una cara bien diferente a la de anteriores lunes. Pero también tiene la obligación de recordar que en la primera victoria liguera rojilla concurrieron toda una serie de factores excepcionales que no se pueden obviar.

No es muy normal, y menos en el caso de Osasuna, disponer de superioridad numérica durante nada menos que 86 minutos y que, encima, el contrario se autogolee en el momento idóneo. Demasiado chollo como para que se repita.

Si se instala en el entorno osasunista la idea de que a partir de ahora esto va a ser coser y cantar, estaremos ante una nueva final frente al Valladolid. Con los pies en el suelo, ni antes tan malos ni ahora tan buenos.