La derechona hispana parece, cada día más, una jaula de grillos, pero de grillos cabreados, además.

Las últimas andanadas de Aznar a Rajoy y las filípicas incendiarias de cada mañana en la cadena de emisoras que, en principio, más cerca debiera estar del PP, han terminado por soliviantar a los sectores más próximos al líder gallego.

Ayer, en «Estrella Digital», Pablo Sebastián avisaba a los navegantes: «El Partido Popular está profundamente dividido y puede caminar hacia una peligrosa ruptura si el sector ultraconservador que lidera José María Aznar, y agita de manera permanente Esperanza Aguirre desde la presidencia de la Comunidad de Madrid, insiste en su empeño de derrocar a su presidente». La cosa está que arde.

No se queda ahí Sebastián. También nos hace notar que «no tiene buen aspecto José María Aznar, y no se sabe bien si su delgadez en el rosto, la mirada agresiva, el tono grave y la larga melena se deben a algún problema físico. O si sufre una enajenación mental (...) que le afecta y condiciona su extremo discurso político con el que, alejado de la realidad y de la verdad, reparte golpes a izquierdas y derechas, pero con una especial virulencia contra el presidente del PP, Mariano Rajoy». Puf, puf.

También German Yanke, en el mismo medio, marcaba distancias con el del bigotito birrioso: «lo malo de Aznar, en parte pagado por su partido mediante la subvención pública a FAES, no es tanto lo que dice sino el empeño vano en seguir siendo el alma, el espíritu y, si se puede, el ejecutor de la política del PP. La incoherencia, vamos, que sorprende en quien, incluso para sus adversarios políticos, era visto como convencido defensor de su papel y sus ideas». Eso no se atrevían a decírselo cuando mandaba.

Y José Oneto, en «Estrella Digital» también, recordaba a quien no quisiera verlo que Aznar, «flanqueado por Esperanza Aguirre, que mantiene una guerra soterrada con el presidente popular, ha hecho un canto del liberalismo (algo que ha entrado en profunda crisis después del crack financiero provocado precisamente por un neoliberalismo sin ningún tipo de control) y, sobre todo, ha dirigido sus dardos contra Mariano Rajoy reproduciendo los mismos argumentos que vienen manejando los críticos dirigidos por Carlos Aragonés, el antiguo jefe de gabinete de Aznar en la Moncloa, a los que la nueva secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, no ha tenido reparos de llamar `cobardes' por no dar la cara». ¡Cómo está el patio!