Jon Odriozola Periodista
La crisis
El dólar sigue siendo la moneda patrón de cambio. Si China y los llamados países emergentes, con ingentes reservas de divisas en dólares, quisieran, USA se iba a pique mañana mismo. Pero no interesa
No es «la» crisis, sino «su» crisis, que quieren que la paguen los trabajadores. Mientras el capital se va de putas, el trabajo las pasa putas. El capitalismo está en crisis permanente debido a la anarquía (que me perdonen los anarcos) de la producción. Producen demasiado y no saben -no planifican- qué hacer con los excedentes. En otro tiempo, para que no bajaran los precios, tiraban al mar el sobreproducto (como en Brasil el café). Algo irracional pero «lógico» para el capitalismo. Medio mundo se muere de hambre y lo achacan a problemas climáticos o a la fertilidad del suelo, cuando el hambre es consecuencia de las (injustas) relaciones sociales de producción. No existe el «subdesarrollo» sino el desarrollo del subdesarrollo.
Los grandes tiburones jamás han estado en crisis (salvo cuando esperaban robar diez y se quedaron en nueve). Al contrario, la aprovechan para comerse a los más débiles: es la competencia que rige la ley de la selva capitalista. Un pequeño empresario valenciano me decía el otro día que tenía trabajo para dar a sus empleados, pero que los bancos no le soltaban un duro de crédito (¡no se fían ni entre ellos!). ¿Crisis financiera? Sí, pero que no responde a la economía real cuando el capitalismo financiero (capital industrial más capital bancario) era simplemente comercial y no especulativo como ahora. Entonces ¿qué? ¿Reformar el sistema financiero? No lo harán, salvo algún retoque cosmético. Aparentarán que lo hacen. Las fabulosas cantidades de dinero (público) que están inyectando los estados en los bancos (privados, y no todos: como en el Titanic, no hay botes salvavidas para todos) son como poner una inyección en la pata de palo de un pirata: no pincha carne, no es economía (capitalista) real. Y no porque escaseen los productos, sino porque, al revés, sobran.
Antes, en el crash (se dice así y no crack) del 29 del siglo pasado, los brokers se arrojaban de los rascacielos. Tenían pudor calvinista. Ahora no. Ahora se les indemniza. En el 29 cayeron los precios; hoy no, hoy existe la estanflación (crece el paro y no caen los precios). Y, por supuesto, los despidos, deslocalizaciones (como en Nissan), privatizaciones (ya están pensando en la Seguridad Social), etc. En el G-20, al que Zapatero mendigó un sitio, aparte de ponerse morados, no han dicho otra cosa. Paradójicamente, países que se dan de puñaladas por la espalda para conseguir mercados se reúnen porque se necesitan -de momento- para salvarse a sí mismos y el sistema capitalista. El dólar sigue siendo la moneda patrón de cambio. Si China y los llamados países emergentes, con ingentes reservas de divisas en dólares, quisieran, USA se iba a pique mañana mismo. Pero no interesa. Hay que salvar el dólar y evitar el colapso. Si el dólar muere, se hunde el chiringuito capitalista. Por eso el imperialismo (no sólo el yanqui) hace guerras de rapiña.
El histriónico Sarkozy habla de «refundar el capitalismo» (o sea, maquillarlo). Pero no: se trata de destruirlo. Porque jamás caerá solo si no se le empuja y se le manda al museo de la Historia. De lo contrario, nos enviarán al matadero de una tercera guerra mundial para salir de «su» crisis.