Helen Groome Geógrafa
Mutilación genital femenina
El horror del dolor inicial y la pérdida de la integridad de la sexualidad de estas mujeres es suficiente para que hombres y mujeres de muchos países en que se practica estén luchando en contra de esta tradición
Ayer unas 5.500 niñas de entre uno y catorce años sufrieron la mutilación de sus genitales. Cuatro chicas cada minuto del día. Actualmente hay en el mundo unos 130 millones de mujeres a quienes se les han cortado bien el prepucio clitoral y la punta del clítoris bien parte o todos los labios, parte del útero y/o les han cosido la vagina. Hoy otras 5.500 niñas sufrirán la misma violencia, y mañana y cada día después la sufrirán otras tantas.
Es un tema tan chocante que la gente mira hacia otro lado ante la información gráfica, y se suaviza la presentación del tema en los medios de comunicación para no espantar al público. Pero hay que mirar las cosas de cara si queremos terminar con la violencia contra la mujer, en este caso la mutilación genital.
La mutilación genital femenina (MGF) se realiza para controlar la sexualidad de las mujeres con un sinfín de justificaciones religiosas, sociológicas, sanitarias y estéticas. El horror del dolor inicial y la pérdida de la integridad de la sexualidad de estas mujeres es suficiente para que hombres y mujeres de muchos países en que se practica la MGF estén luchando en contra de esta tradición.
Hay niñas que mueren por el impacto neurológico del intenso dolor y el traumatismo en el momento de la mutilación. La MGF genera también otros muchos horrores menos conocidos, al causar daños irreparables en la mujer. Si se logra superar la crisis inicial de la mutilación, viene después toda una serie de disfuncionalidades generadas expresamente por la MGF, disfuncionalidades con las que la mujer tiene que vivir cada día: la formación de quistes, coitos dolorosos, infecciones del útero, menstruaciones dolorosas e incontinencia urinaria, entre otras muchas. Hay mujeres mutiladas que están expulsadas de sus aldeas por su poco atractivo al tener problemas agudos de incontinencia. La MGF le priva de mucho más que su integridad sexual.
Aún en esta situación horrenda, las campañas para la erradicación de la MGF son cuidadosas. Son mujeres quienes realizan las mutilaciones y en general la población local las tiene en gran estima. Hay un gran consenso en que no se trata de criminalizar a estas mujeres sino de erradicar la práctica mediante el intercambio de información y puntos de vista, la identificación de trabajos alternativos para las mujeres que realizan la MGF, desmontar las teorías que se usan para justificar la mutilación, etc. ¿Cuántas personas saben que, de hecho, la MGF es una tradición preislámica, que no se practica en todos los países musulmanes y que no hay precepto religioso que lo exija?
UNICEF define la MGF como una violación fundamental de los derechos de las niñas, ya que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades a la salud, a la lucha contra la violencia como el daño, la tortura y el trato cruel inhumano y degradante, y a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas.
Mientras leías este artículo otras 10 niñas han sido mutiladas.