El gran plan de la Comisión Europea para hacer frente a la crisis económica resultó no ser tan grande e incluso dejó la duda de si existe un verdadero plan para abordar tal cometido. Las tan esperadas medidas se limitaron a recomendaciones a los gobiernos de la UE, a partir de las medidas adoptadas por cada uno de ellos, es decir a una recopilación de todas ellas. Con el fin de hacer frente a la situación de manera coordinada, la CE propuso destinar 200.000 millones de euros para dar un impulso a la actividad económica. Sin embargo, la mayor parte de esa cantidad deberá salir de los presupuestos estatales, lo cual plantea problemas a algunos, habida cuenta de que, en palabras del presidente de la CE, José Manuel Barroso, «algunos tendrán que hacer más y otros menos». La propuesta será aprobada o rechazada en la cumbre de diciembre en Bruselas. Y la impresión que queda es que pretenden hacer frente a la crisis a base de anunciar planes y más planes, en lugar de concentrar sus esfuerzos en adoptar medidas más palpables y que verdaderamente redunden en satisfacer las necesidades creadas por la crisis, especialmente las de quienes con mayor crudeza soportan sus consecuencias.