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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Imaz no descansa

Cosas veredes, amigo Sancho, que harán temblar a las piedras». Se repite hasta la saciedad la cita quijotesca, aunque, en realidad, Cervantes no escribió nunca esa frase. En realidad, deforma unos versos del romance 24 de la «Flor nueva de romances viejos» recopilada por Ramón Menéndez Pidal. La frase en cuestión sería: «Cosas veredes, mio Cid,/ que farán fablar las piedras». Y luego, en algún momento, «la tradición oral» consiguió colar de «amigo Sancho».

Sirva la digresión anterior para reafirmar el sentido de la frase porque, por estos pagos, vemos cada día cosas que dejarían de piedra al propio Sancho Panza.

Lo leíamos ayer en «El Mundo»: «Imaz se incorpora a la Fundación Buesa y deja en evidencia a Ibarretxe».

Constataba el editorialista que «la noticia de que la Fundación Buesa, en recuerdo del político socialista asesinado por ETA, amplía su patronato y da cabida a un cualificado militante del PNV causa cierta sorpresa». A mí, personalmente, no me ha sorprendido gran cosa.

Y la sorpresa del escriba de Ramírez no se debe al «talante plural de la Fundación, con una trayectoria impecable, que ha permanecido fiel durante todos estos años al `valor de la palabra' predicado por el ausente», y una se pregunta por qué había de sorprenderle esa «trayectoria impecable». La sorpresa, para el editorialista «deviene de la incorporación de Josu Jon Imaz, ex dirigente nacionalista, cuyo compromiso deja mucho más en evidencia a sus compañeros de filas y destaca la más importante de las ausencias, la del lehendakari, que no supo reaccionar con altura institucional ni humana ante el asesinato, en 2000, del jefe de la oposición». ¡Toma candela de la buena!

Y llega el momento para la loa al «nacionalista bueno»: «Imaz era entonces consejero de Industria y portavoz del Gobierno vasco y aunque ahora esté apartado de la primera fila de la política, su integración en el Patronato supone una especia de reparación, quizás personal, que no salda, en cambio, la gran deuda contraida entonces por su jefe de filas».

Lo dijo bien claro el que escribió en lugar de Cervantes. Cosas veredes, amigo Sancho. ¡Y lo que nos queda por contemplar!

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