Con la designación de Aldolfo Muñoz «Txiki» como nuevo secretario general, ELA cerró ayer bajo el signo de la unanimidad su XII congreso en Bilbo. Un congreso histórico porque supone la despedida, tras veinte años de dedicación, de José Elorrieta al frente del sindicato y la materialización del traspaso de poderes de la tercera a la cuarta generación de la central. Un traspaso ordenado, sin espacio para las fisuras y que se produce en uno de los momentos más dulces de ELA, que lidera con solidez el movimiento sindical en Euskal Herria con un 35,6% de la representatividad, un volumen récord de afiliación con casi 110.000 carnés y que en este congreso ha conocido incluso la ratificación internacional a su trayectoria con la presencia de Guy Ryder, secretario general de la Confederación Sindical Internacional.

En el capítulo de los contenidos, Elorrieta ha firmado su despedida con un discurso que llama a profundizar en la vía soberanista, insistiendo en que la acumulación de fuerzas abertzales iniciada en Lizarra-Garazi es el único camino -previsiblemente largo, a su entender- que puede avalar una superación definitiva del conflicto. Esta apuesta política y la lucha sin cuartel contra el neoliberalismo se constituyen en los principales testigos de la profunda renovación del sindicato desarrollada por la generación liderada por Elorrieta desde aquel otro histórico congreso, el de Euba en 1976.

Mirando al futuro inmediato, la clase trabajadora vasca exigirá al sindicalismo en general y a ELA en particular esfuerzos sostenidos en el contexto de la recesión que atenaza a la economía y amenaza de forma especial a los trabajadores. Como apuntaba ayer el ya nuevo secretario general, Adolfo Muñoz, la prioridad debe ser poner definitivamente coto al saqueo protagonizado por el capital en los últimos años y, además, fiscalizar sin concesiones los paquetes de medidas administrativas que amenazan con seguir beneficiando exclusivamente a las clases privilegiadas, esta vez con el pretexto de la crisis.