Anjel Ordóñez Periodista
No dejan descansar a Sabino
Al escuchar la rueda de prensa dirigida el miércoles por Ekfb (Euskal Kirol Federazioen Batasuna) contra Esait, principalmente, y contra los futbolistas que firmaron el documento a favor de mantener el nombre de Euskal Herria para la selección que nos representa, a uno se le hace ingente el esfuerzo por mantener el discurso en los cauces del respeto a la opinión ajena. Hablemos claro: la cúpula del PNV ordena a su obediente militante y presidente de la Federación Vasca (de Euzkadi) de Fútbol, señor Dobaran, que retire el nombre de Euskal Herria a la selección de Euskal Herria y lo cambie por el de Euskadi, «que es el que tenía antes». Cuando los jugadores se rebelan contra la cabildada, y Esait les muestra su adhesión, los burukides trasladan el asunto a la arena política, a sabiendas de que en ella encontrarán los recursos dialécticos que le faltan y el sumiso-interesado coro político-mediático apropiado para cubrir de estiércol a quienes cuestionan el discurso oficial. Y se arma la de Dios es Cristo.
No falla. En este país, cuando una reivindicación social alcanza el grado de molestia suficiente, se coloca a la sombra de la izquierda abertzale y zafarrancho de combate: ¡A por ellos! Pero el crédito se acaba. Siempre hay, más lejos o más cerca, un punto de no retorno que, una vez cruzado, es imposible volver a pisar. Y puede que, con la selección de Euskal Herria, el ala Oeste de Sabin Etxea haya pisado esa línea. Llaman a misa para comulgar con ruedas de molino y pronto encontrarán la iglesia vacía. Pregunto por ahí si la lluvia no habrá empezado ya a calar en su propia parroquia y me responden que goteras, haberlas, haylas y que, además, van a faltar paraguas para la que se les viene encima. Y me lo creo. El buen sentido me libre de meterme en casas ajenas, pero ya me extrañaba a mí que tanta felonía españolizante cayese en saco roto.
Dicen en Sukarrieta que, en el silencio de las noches, en las cercanías del cementerio se pueden escuchar con claridad juramentos de calibre grueso que la buena educación me impide reproducir en estas líneas.