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Koldo Ortiz de Ginea Profesor

La verdad que los montes esconden

El denominador com�n que une y atraviesa los debates entre la poblaci�n es efecto de la l�gica de la industria e�lica y que se resume en el siguiente axioma central del sistema de explotaci�n capitalista: todo se puede comprar y vender, y en especial el alma de las personas

En torno al mundo de la energ�a e�lica existen una serie de opiniones que es conveniente analizar. Sabemos que la reacci�n espont�nea popular es de rechazo a los molinos de viento, especialmente en Euskal Herria, donde hay un fuerte sentimiento ecologista y sobre todo un amor profundo a la naturaleza y al monte. Pero tambi�n sabemos que muchos de los puntos de vista que circulan entre la gente provienen de las iniciativas de los sectores favorables a la industria e�lica. Estos no dudan, cuando lo consideran necesario, en hacerse pasar por defensores de las energ�as limpias, ellos que son los mayores destructores del medio ambiente.

En muchas de esas opiniones podemos vislumbrar ya los efectos que esa propaganda provoca entre la gente. Y esa es la peor de las contaminaciones que hay que detectar, analizar y combatir. No es tanto por su supuesta fuerza que pueden imponer sus intereses destructivos cuanto por la debilidad que provoca entre nosotros asumir sus planteamientos, tales como: �no a los grandes parques, pero s� a los peque�os�; �no en las zonas protegidas, pero s� en el resto�; �no a la gesti�n de las empresas, pero s� de los entes locales�, etc. En fin, opiniones de este orden y similares indican en �ltima instancia que el denominador com�n que une y atraviesa todos estos debates entre la poblaci�n es efecto de la l�gica de la industria e�lica y que se resume en el siguiente axioma central del sistema de explotaci�n capitalista: todo se puede comprar y vender, y en especial el alma de las personas. Por lo tanto, en el reino de las opiniones, para poder oponernos radicalmente al desastre e�lico, tenemos que saber distinguir con claridad cu�les son las puntos de vista propios de la gente de aquellos otros que son los puntos de vista del enemigo en el seno del pueblo.

Y, por consiguiente, de la misma manera que decimos que el mayor da�o que crean entre nosotros proviene de esos planteamientos suyos que asumimos como propios, tenemos que desvelar tanto el mecanismo como las graves consecuencias ocultas de estas formulaciones, para poder ver que los verdaderos intereses populares son siempre radicalmente contrarios a la referida contaminaci�n de la voluntad popular.

Sin embargo, lo que de verdad es irreparable (y de lo que nadie habla) es la compra y destrucci�n del alma de la gente, tal que un Mefist�feles de nuestros d�as: �Te dar� todas las riquezas que se contemplan desde las cimas de los montes de Euskal Herria si te sometes a mi voluntad y me entregas tu alma�. Es decir, si por dinero cedes ante lo que consideras justo.

Pero todav�a lo m�s sangrante de todo es que quien encarna esta figura destructiva es, ni m�s ni menos, que un partido pol�tico que se llama Partido Nacionalista Vasco. Formaci�n pol�tica que por tradici�n, obligaci�n y funci�n deber�a ser la encargada de preservar tanto la naturaleza de nuestro pueblo como la integridad personal de sus habitantes. Es por eso que denunciamos al PNV como m�ximo responsable de un verdadero genocidio ecol�gico y humano a trav�s de sus macroproyectos empresariales. Y es que El PNV es capaz de llegar a vender sus or�genes y sus referentes por puros intereses econ�micos de partido, llegando a destruir ese lugar privilegiado en que se ha ido creando el imaginario colectivo vasco, del cual el movimiento mendigoizale es la plasmaci�n m�s directa.

No podemos olvidar que los montes, adem�s de ser parte integrante de nuestra geograf�a, son lo m�s visible y significativo de nuestra naci�n. Son los lugares por antonomasia de identidad de nuestro pueblo en el que est� simbolizado y condensado el ser vasco con la naturaleza. Se puede decir que los montes son la met�fora de Euskal Herria, desde nuestros or�genes preindoeuropeos a la actualidad. Los montes, entre otras muchas cosas, son: el esfuerzo del viaje y la satisfacci�n del paisaje, la soledad que afirma y el encuentro que identifica, la geograf�a que descubrimos y nos descubre. En fin, el amor que une las cumbres m�s altas de Euskal Herria con los picos m�s elevados del planeta, en un viaje continuo que eleva sin cesar el sentimiento mendigoizale de nuestro pueblo. Nuestros montes son tambi�n, y sobre todo, el lazo indestructible que nos vincula con nuestros antepasados y las futuras generaciones. De ah� que nos hablen del itinerario que va del conocimiento del alma del pueblo al deber de defenderlo. Y todas estas se�as de identidad, que son parte esencial de nuestra alma, quieren que se las vendamos por un pu�ado de euros. Pues no. Con nuestro esp�ritu unido a la tierra y a los montes, les decimos que este amor verdadero por nuestras cumbres no se compra ni se vende; que el alma de los montes de Euskal Herria no cotiza en bolsa. Y concluimos preguntando al Partido Nacionalista Vasco: �por qu� ese ensa�amiento con los montes de Araba?

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