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«En Cementos Rezola de Añorga se ha trabajado con amianto y se trata de ocultar»

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Ezekiel Illarramendi
Ex trabajador y afectado por un mesotelioma

Durante casi 45 años de los 70 que tiene Ezekiel Illarramendi trabajó en Cementos Rezola de Añorga. Se prejubiló hace siete años. Hace cuatro meses, justo antes de ir de vacaciones a Grecia con su esposa, le dieron la mala noticia de que tiene un mesotelioma, un cáncer por haber estado en contacto con el amianto, «una enfermedad que es incurable».

¿Cuándo se enteró de que tenía un mesotelioma? ¿Qué sensaciones tiene?

 Hace cuatro meses, más o menos, no sabía nada de esto. Ahora estoy hecho un cristo. Tenía previsto ir de vacaciones a Grecia con mi mujer y fui, una semana antes, a la médica de cabecera, que es la que me ha salvado, y le dije que tenía una tos rara. Me auscultó y detectó algo. Me hicieron análisis en Urgencias en Donostia y me detectaron, tras diferentes análisis y biopsias en el tiempo que estuve ingresado, esa enfermedad. Ahora me dan sesiones de quimioterapia. De ahí, en este corto espacio de tiempo, mi vida ha dado un vuelco. Sé que el próximo día 11 Osalan acudirá a la empresa para estar con el comité de seguridad y salud, formado por ELA y LAB. Siento que de ser un hombre activo, se me ha terminado mi vida anterior, justo después de jubilarme y cuando podría haber disfrutado. Estoy asociado a Asviamie.

¿Qué hizo cuando le dieron el diagnóstico del cáncer por el amianto?

Mis siete hijos se preocuparon. Porque ya nos dijeron que es una enfermedad incurable. Nada más conocer ese diagnóstico fui a la empresa Rezola y hablamos con el director para decirle que me habían detectado un mesotelioma y que no tienen dudas que era debido al contacto con el amianto. Enseguida me dijeron que en Rezola no había amianto, que igual se habría desprendido de algún camión. Le expliqué en la cantidad de sitios de la empresa donde se había utilizado.

¿En qué lugares se trabajaba con amianto en Cementos Rezola de Añorga?

Trabajaba en mantenimiento y, aunque no manipulaba amianto de forma directa, sí que estuve cerca del mismo y vi como otros compañeros lo hacía. He visto poner kilómetros de placas de uralita, ladrillos de amianto para tapar agujeros que se producían en la zona de los hornos y los enfriadores donde se rondaban los 2.000 grados centígrados y se ponían esos ladrillos para no parar los hornos. Las juntas en la zona de las calderas de vapor, empaquetaduras de amianto, ropa de seguridad... mucho amianto.

¿Pero el director negó ese extremo?

El director lo negaba y me decía que se iba a generar alarma social. Acudí a la empresa, como le dije a él, para que Rezola asumiera el trabajo con amianto, lo que significaría que mis compañeros tendrían una revisión pormenorizada para poder detectar si están afectados, porque el período de latencia de esta enfermedad es muy elevado. Mi intención fue alertar a la empresa de lo que yo tenía y poder evitar que a mis compañeros les llegue por sorpresa este cáncer, como me ocurrió a mi. La verdad es que el director se portó de forma miserable. Porque, es cierto que yo no tengo remedio, pero se puede actuar para que se detecte a tiempo en otros trabajadores de la empresa y puedan prevenir las consecuencias.

Tras ese desagradable encuentro, ¿qué ha hecho respecto a sus compañeros?

Lo puse, como le dije al director, en manos del comité, formado por ELA, que es mayoría, y LAB. Yo todavía estoy afiliado a ELA. Al sacar el tema algunos compañeros recordaron, igual que yo, la utilización del amianto. También nos vino un episodio a la cabeza porque hace 18 años, en el taller mecánico había un cuarto cerrado a cal y canto. La razón era que en esta empresa, que tiene 150 años de vida, hubo una fundición y en esa habitación se  metían las piezas para hacer el templado. Estaba forrada de placas de amianto. Sin embargo, la empresa contrató a un técnico de electrónica, que era madrileño, y le habilitaron un despacho en ese cuarto del amianto. Antes sacaron todo el amianto que había dentro y durante varios días se estableció entre nosotros una nube  que todos respirábamos. Sin duda allí habría fibras de amianto. Incluso, uno de los que está en el comité recuerda que estuvo limpiando el cuarto de las placas de amianto. Está acojonado, como es natural.

¿Nadie les advirtió del peligro que tiene el amianto?

No. No sabíamos que eso es venenoso. Antes, en Rezola, trabajamos en torno a doscientos trabajadores, aunque los más relacionados con el amianto eran los peones, quienes estaban en los hornos, los mecánicos, electricistas y fontaneros. Sí recuerdo que ha habido ex trabajadores que han fallecido por cáncer, pero no se analizó si podía ser por amianto. El primer caso claro es el mio. He tenido una vida estupenda y me la han destruido. No puedo estar más de dos horas sin medicarme, porque no resisto el dolor.J. B.

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