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En esta década hay un espectacular repunte de días de nieve

Ya no nieva como antes, ¿seguro?

¿Acaso ya no nieva como antes? Eso es lo que se dice, especialmente entre las personas de mayor edad, aunque la estadística parece decir lo contrario. Estadísticas que quieren confirmarse tras las últimas nevadas, que vuelven a la carga tras un breve descanso.

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Joseba VIVANCO

La pregunta se repite de manera casi obsesiva desde hace unos cuantos inviernos, máxime después de que todo aquello que tenga que ver con los vaivenes del tiempo pasa de forma obligatoria por el tamiz del recurrente cambio climático. ¿Nieva ahora menos que antes? La respuesta, nada científica, puede estar en la manida encuesta callejera; de la misma manera que puede estar en la opinión más argumentada de los expertos; pero la prueba del algodón es, sin duda, la estadística.

La responsable de la Agencia Estatal de Meteorología en la CAV, Margarita Martín, ha recopilado para GARA los datos históricos sobre días de nieve en algunos de los observatorios vascos más representativos. Así, un repaso a los números revela que en el de Donostia, el de más antigüedad, desde la década de 1930 las jornadas con nieve se han mantenido más o menos estables, oscilando entre los 52 y 59 días, con el apreciable bajón que se dio en los años noventa (20 días), y el repunte que se constata en lo que vamos de nuevo milenio (31 días hasta la fecha).

En el caso de Bilbo, con datos desde 1960, ocurre algo similar. De los 38 días de nieve en aquella década, se pasó a 27 en los setenta, a los 34 en los ochenta y, caída en los noventa, con sólo 8 días blancos, para recuperarse a partir del año 2000 con 20 días hasta el día de hoy.

En Gasteiz, en la década de los setenta (desde 1973) hubo 74 días con nieve, 110 en los ochenta y 91 en los noventa, siendo desde 2000 a hoy un total de 90 días, lo que refuerza que tras el bajón de la década pasada, en ésta la nieve ha vuelto de nuevo a ser protagonista.

Y en la capital navarra, Iruñea, sólo hay datos desde los años ochenta, cuando se contabilizaron 65 días blancos, fueron 54 los que hubo en los `pobres' noventa y en el presente decenio ya llevamos 59, lo que confirma esa misma tendencia al alza observada en Gasteiz.

«Es destacable la ausencia de días de nieve en los noventa, pero desde el año 2000 parece recuperarse la cifra de las décadas anteriores», resume la propia Margarita Martín. La razón de esa bajada en los noventa podría estar en los muy cálidos años 1990, 97 y 98, lo que hace bajar los días de nieve totales.

Por si este repaso no fuera suficiente para sacar conclusiones, la revista meteorológica ``Meteored'' publicó el año pasado sendos artículos firmados por un geógrafo cántabro, José Manuel Puente, sobre el fenómeno de la nieve en las ciudades de Donostia y Bilbo.

Respecto a la primera de las capitales, además de un listado de nevadas para el recuerdo que arrancan en enero de 1881, analiza también la tablas de días de nieve. Su conclusión es que en el gráfico «se observa una imagen bastante homogénea entre 1931 y 1960», años en que «las nevadas cuajaban con cierta facilidad». En décadas posteriores, hasta finales de los ochenta, «los días de nieve se mantienen bastante estables», aunque se perciben menos días de nieve cubriendo el suelo. En los noventa descienden los días `blancos', para «en los últimos cinco años actuales haber un repunte importante», con hasta 18 días en 2005, récord absoluto de toda la serie.

En la capital bilbaina sucede otro tanto. La década más nevadora desde mediados del siglo pasado fue precisamente la de los cincuenta, seguida por los sesenta, con un descenso en los setenta y ochenta, que se acelera en los noventa y un «espectacular repunte durante los seis primeros años del nuevo siglo».

Así las cosas, y en base a los fríos datos estadísticos, no parece que la extendida percepción ciudadana sobre que antes nevaba más que ahora tenga mucha consistencia. Pello Zabala, en cualquier caso, introduce un matiz: «Quizá lo que sucede es que no nieva cuando esperamos que lo haga según nuestras fechas. Invierno y nada; llega la primavera, y nieva».

En los estudios de José Manuel Puente sobre Donostia y Bilbo se comprueba que, en ambos casos, el mes más propicio para la nieve es febrero. Pero un repaso más detallado confirma que en la costa cantábrica los meses de diciembre y enero han perdido desde los años sesenta mucho peso en cuanto a días de nieve.

Es decir, que la tendencia puede indicar que en Euskal Herria cada vez nos alejamos más de las típicas Navidades blancas de postal. Y cada vez extraña menos encontrarse nevadas en marzo o incluso abril. «Cuando menos te lo esperas llega un metro de nieve y, normalmente, ese amplio metro es por fechas tardías, a finales de marzo, como la nevada de este año», apunta el amezketarra de Arantzazu.

El climatólogo iruindarra Javier Pejenaute Goñi, uno de los que más ha estudiado el clima de Nafarroa en el último siglo, cree, no obstante, que «las precipitaciones en forma de nieve han ido a menos» y, si bien no tiene datos estadísticos que lo avalen, sí pone un ejemplo: «Lo que yo he visto analizando la prensa navarra es que antes, normalmente en la Ribera siempre caía alguna nevada, cosa que ahora ya no ocurre». De igual modo, cree que las nevadas en la montaña eran más copiosas que en la actualidad.

A juicio de este experto navarro, hay un dato que también puede estar influyendo en ese posible descenso de nevadas. «Para que haya nieve hacen falta dos condicionantes: temperaturas por debajo de tres grados y situación de borrasca, es decir, lluvia. Y en los últimos años está resultando complicado que ambas variables se junten».

«Ha cambiado el `chip' de la nieve»

Onintze Salazar es una de las últimas caras del espacio ``Eguraldia'' del Teleberri, si bien desempeña su labor profesional como meteoróloga de Euskalmet. «La memoria nos suele pasar malas pasadas y, muy habitualmente, en lo referente al tiempo», aclara. Sin embargo, opina que «sí hay algo de cierto en esas afirmaciones de que nieva menos, ya que hay datos que indican una tendencia a la disminución de días en los que nieva en los últimos 15 ó 20 años. Ahora bien, esto no tiene porqué significar que el régimen climático esté cambiando y que cada vez vaya a nevar menos».

Quien en su día estuviera al frente precisamente de la Agencia Vasca de Meteorología, Aitor Egurrola, respondía en una entrevista en ``Euskonews'' que «nuestros abuelos vivían en zonas rurales y, entonces, no existían grandes núcleos de población. Hoy, en cambio, las capitales son microclimas, los coches, las calefacciones o los propios edificios han alterado las condiciones climatológicas de los inviernos». Seguramente eso y las decenas de máquinas quitanieves en carreteras y caminos tienen su efecto.

Pello Zabala tiene también su propia explicación a esa percepción extendida de que la nieve cada vez nos visita menos por estos lares. «Antes, la nevada era un asco, porque tardaba mucho en marcharse. Cada nevada era de cierta duración. Desde los caseríos no podía bajarse al pueblo y en la ciudad no había quitanieves. A la nevada, aunque fuera poco, le llegaba una helada y la hacía durar». ¿Qué ocurre hoy? A juicio de este franciscano, «la nieve se derrite mucho antes por el calor generado en las ciudades y pueblos, a los caseríos, con hermosas pistas, se les facilita la labor con todoterrenos, la huella de las ruedas hace que se derrita pronto...».

Pero, sobre todo, cree que lo que ha habido un «cambio de chip» con respecto al fenómeno de la nieve, en cuanto que «si antes se la temía, hoy resulta que todos están deseando que llegue la nieve y por más abundante que sea, la gente quiere más, le parece poco. Ahora, eso sí, siempre son pocos días de nieve aunque la nevada sea copiosa, empezando por los escolares y no hablemos de quienes están pensando en irse a Pirineos a esquiar».

La meteoróloga de Euskalmet Onintze Salazar apunta otra razón más, como que «antes la gente estaba menos preparada para soportar el frío y las nevadas. Hoy en día te pones un plumífero, enciendes la calefacción de casa y, como pasa el quitanieves, te vas en coche a trabajar. Así que, en general, es más fácil recordar aquellas nevadas que las de hoy en día».

«Me parece excesiva y exagerada tanta movida de reporteros cada vez que nieva»

De lo que no cabe ninguna duda es de que la información sobre el tiempo ha dejado de ser algo más que el epílogo de los informativos televisivos o un relleno en las últimas páginas de los periódicos. Hoy, no es raro ver que sea noticia de primera página. ¿Asistimos a una exageración mediática, por ejemplo, en torno a la nieve? Pello Zabala, que sabe lo que es popularizar el tiempo en su caso a través de la radio, lo tiene muy claro: «Excesiva y exagerada. Efectivamente. Se diría que tienen acciones en las tiendas y en los lugares de esquí en el Pirineo. Parece cierto que muchos trabajadores de ETB viajan el fin de semana a Jaca o más lejos, pero de ahí a que cada vez que llega la nieve o puede llegar haya tal movida de reporteros... vamos, como si fuese la llegada de los Reyes Magos en Navidad».

Este experto insiste en que «hay demasiada propaganda, que si 85 camiones quitanieves en Navarra, que si no sé cuántas toneladas de sal... al final, siete u ocho minutos de primera noticia promocionando el hambre de la nieve para que luego todo el mundo diga `¡qué pronto se ha pasado! ¿eso era todo?'».

La meteoróloga de Euskalmet Onintze Salazar también es de la opinión de que «en general, en los últimos años, y en especial a raíz del `boom' mediático surgido en torno al cambio climático, el tiempo es noticia. Y si no hay nada meteorológicamente relevante, no importa, se hace noticia». Y en ese hacer noticia del tiempo, cuestiona que «da igual que el invierno haya sido suave o duro, la primavera húmeda o el verano caluroso, a todo le buscamos una relación con el cambio climático; pero eso no es así».

Respecto a la nieve como noticia, Salazar sí entiende que «hay que tener en cuenta que hace 30 años no ocasionaba tantos problemas como ahora; hoy en día necesitamos mucho más el coche para ir a trabajar, los fines de semana queremos salir... es decir, los desplazamientos han aumentado considerablemente y como consecuencia, los problemas derivados de la nieve. Así que, en cierta manera, es comprensible que la nieve sea noticia», admite.

Una idea que también comparte Javier Pejenaute, quien reconoce que se preste tanta atención mediática a la nieve por cuanto es un fenómeno que «trastoca mucho la vida diaria de las personas, al revés que antes». J.V.

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