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CRÓNICA Carne contaminada en Irlanda

Alarma agrícola: vacas locas, fiebre aftosa y ahora dioxinas

Por el momento, se acabaron las salchichas y el beicon en el desayuno irlandés. La última crisis de la industria cárnica irlandesa tras «vacas locas» y fiebre aftosa llega en un mal momento para la economía del país, para la que la exportación agropecuaria sigue siendo una de las claves con ingresos de más de siete mil millones de euros.

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Soledad GALIANA Dublín

La Policía irlandesa sigue investigando la fuente de la contaminación que ha obligado a retirar todos los productos que contienen carne de cerdo de las carnicerías irlandeses. La Autoridad para la Sanidad Alimentaria de Irlanda apunta al «uso de ingredientes contaminados» en la alimentación del ganado como su causa.

Precisamente, la investigación se centra en una planta para el reciclaje alimentario en las cercanías de Bunclody, en el condado de Wexford, en el sureste de Irlanda, en la que se transforman productos caducados tales como pan, galletas, chocolate y masas panaderas en forraje para ganado. Aunque aún no se conocen los resultados de los análisis del aceite de la planta de reciclado, expertos que trabajan en el caso creen que los humos de una de las secadoras podría estar el origen del problema.

Sin embargo, fuentes policiales no han podido confirmar si esta investigación tendrá un carácter criminal, aunque las repercusiones ya se empiezan a sentir en la economía irlandesa, ya que miles de animales están siendo sacrificados, y el futuro de cientos de empleos en las plantas de procesado de productos cárnicos podrían verse afectados por esta crisis.

Ésta es la mayor emergencia alimentaria en Irlanda desde la crisis de las «vacas locas» en los años 90. Y lo más importante para la economía de la isla -una de las claves de cuyos ingresos se encuentra en la exportación agricultura, cifrada en siete mil millones de euros- es el alcance de la crisis alimentaria irlandesa, que ya ha llegado otros países europeos. Las autoridades holandesas han contactado con las irlandesas para informar de los altos niveles de dioxinas encontrados en los restos de cerdos irlandeses en los Países Bajos, al igual que ha ocurrido en el Estado francés y Bélgica. La Comisión Europea está estudiando una reacción conjunta en el ámbito comunitario.

Crisis «controlada»

Aunque el Ministerio irlandés de Agricultura irlandés afirma que el problema está «controlado» y que no aparecerán más muestras de carne con niveles de dioxinas peligrosos, los ganaderos irlandeses encaran la necesidad de matar e incinerar cien mil cerdos, mientras que se ha pedido a los ciudadanos que tiren a la basura todos los productos que contengan carne de cerdo y que hayan sido adquiridos desde el pasado mes de setiembre. Una pérdida directa de 125 millones de euros.

Hasta el momento se han producido más de dos mil llamadas a la Autoridad para la Sanidad Alimentaria, y se han formado largas colas de compradores que devolvían productos cárnicos a los supermercados, después de que el Gobierno de Dublín asegurara que tenían derecho a la devolución de su dinero. La Asociación de Pequeños Comerciantes ha solicitado al Ejecutivo que facilite un paquete de compensación de emergencia.

La retirada de los productos, que se inició el sábado 6 de diciembre, se produjo después de que un laboratorio en York, Gran Bretaña, confirmara la presencia de dioxinas en muestras de carne porcina irlandesa a niveles de entre un 80% y 200% sobre las tasas aceptables. La muestra se recogió el 19 de setiembre, pero hasta el 26 de noviembre los resultados no mostraron la presencia de dioxinas.

Posteriormente se analizó el forraje presente en la granja de procedencia del animal, que también dio un resultado positivo. Los mismos resultados se obtuvieron al analizar otras explotaciones ganaderas -particularmente las diez porcinas, aunque se esperan los resultados de 38 vacunas- en las que se había distribuido ese forraje.

Uno de los más peligrosos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye las dioxinas entre la docena de productos químicos más peligrosos por sus posibles efectos en caso de ser consumidos, y por su persistencia una vez presentes en el medio ambiente.

La dioxina hallada en los productos porcinos irlandeses son bifenilos policlorados, unas sustancias que normalmente se utilizan como lubricantes y en sistemas eléctricos, en calidad de transformadores.

Las dioxinas también se pueden originar en la producción de pesticidas, o en procesos de incineración, tales como incendios forestales o la quema de basuras.

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