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Helen Groome Geógrafa

Tiempos modernos

Rapo da vueltas en la cabeza a quién o quiénes han sido responsables bien de la debacle de la solidaridad bien del esfuerzo de traspasar valores tan egoístas y mezquinos de una sociedad adulta a las generaciones más jóvenes

Rapo llegó al local del club de tiempo libre del que era monitor. «Chicas, chicos, hoy convendría que empezásemos a pensar en qué hacer este año para dar una buena entrada al año nuevo para la gente de la residencia del barrio. Os traigo una propuesta, a ver qué os parece. Esta semana y la siguiente aprenderemos a hacer tortillas de patatas, manzanas asadas y tarta de chocolate, y así para el día 31 podemos organizar una merendola en la residencia».

Cosa curiosa, no hubo más que silencio y miradas más bien esquivas. «¿Tan mala es la propuesta?» les preguntó.

Al final un chico se animó a hablar. «Bueno, es que hemos estado hablando, quiero decir que los chicos mayores hemos estado hablando», añade al ver la cara de las chicas y chicos más jóvenes, «y tenemos una propuesta. Hemos pensado hacer algo como los gobiernos, en plan moderno, y pensamos poner en común la tercera parte de nuestras pagas de noviembre y diciembre y hacer eso de inyectarlo en el banco. De esta manera, según lo que se oye, ayudaremos a mantener la economía y a evitar la crisis, y esto está bien para... para... pues para eso. Eso. Como dicen los gobiernos».

Atónito, Rapo se compuso la cara como pudo y preguntó al grupo de chicas y chicos más jóvenes si estaba de acuerdo. La chica más joven de todas soltó: «¡Qué va! ¡Son chorradas!». «Ya», añadió otro de su grupo, «¿pero recuerdas qué nos han dicho que pasará si no hacemos algo así?». «Es que no estamos de acuerdo», dice a Rapo, «pero sí lo vamos a hacer por qué estos», y señaló al grupo de adolescentes, «nos han insistido que si hacemos lo del banco quedamos bien con la gente con quien hay que quedar bien y les han dicho que eso cuenta, y si hacemos lo de la residencia solamente quedamos bien con los ancianos, y como que para los gobiernos no cuenta la gente así cuando hay crisis, pues dicen que no deben contar para nuestro club tampoco».

«Bueno», acierta a decir Rapo, «¿quién del club iría a la residencia para decirles que este año no organizamos nada?». De nuevo la respuesta le asusta. «No vemos por qué tenemos que decirles nada. Los gobiernos están poniendo un montón de dinero en los bancos y empresas sin avisar a la gente, que quedará sin ese dinero. Pues nosotros no tenemos que decir nada en la residencia», repone uno de los chicos mayores, aunque a Rapo le consuela ver que al menos se ruboriza al decirlo.

«Vamos a pensar un poco», dice Rapo para ganar tiempo y pensar cómo enderezar el tema, y acercando a un maltrecho equipo de música introduce un DVD y empieza a sonar «Todo este mundo es falso y embustero...» a todo volumen, mientras da vueltas en la cabeza a quién o quiénes han sido responsables bien de la debacle de la solidaridad bien del esfuerzo de traspasar valores tan egoístas y mezquinos de una sociedad adulta de un país rico a las generaciones más jóvenes y también quién o quiénes han sido responsables a la vez de infundirles cierta sensación de miedo a no seguir la corriente.

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