Los medios de comunicación no son ajenos a la crisis económica global. No podía ser de otra manera a la hora de informar sobre las repercusiones de ésta en distintos ámbitos sociales, como tampoco pueden pasar por ella sin sufrirla en sus propias carnes. Tanto los grandes grupos mediáticos -en estas páginas se recoge hoy la complicada situación de dos grandes iconos de la prensa estadounidense- como los diarios más modestos, como éste mismo, se enfrentan desde hace tiempo a una crisis que, al margen de las peculiaridades de cada país y de cada proyecto comunicativo, tienen factores en común: el impacto de la revolución digital -que obliga a experimentar nuevos modelos de funcionamiento-, el descenso de los ingresos por publicidad, la evolución del precio del papel, la aparición en el mercado de los «gratuitos»...

Estos datos negativos conviven con el creciente interés de la ciudadanía por acceder a un mayor número de contenidos informativos, intentando superar las barreras a la libertad de información que, no olvidemos, habían contribuido a levantar los grandes medios en un afán monopolístico que está en claro declive.