Ha fallecido quien fue durante 16 años obispo de Gasteiz (1979-1995), D. José María Larrauri. Ordenado sacerdote en 1948 en esta misma ciudad, después de su servicio pastoral en la diócesis de Albacete, fue designado en 1970 obispo auxiliar del arzobispo de Iruñea, el cardenal Arturo Tabera. En la homilía de la misa del Jueves Santo de 1971 en la catedral de Iruñea, pronunció estas palabras.

«Yo no soy hombre político, soy hombre de Iglesia y, en nombre de la Iglesia, no tengo más remedio que denunciar las torturas infligidas a detenidos, torturas que he visto yo, en sus efectos, con mis propios ojos; torturas físicas y psíquicas, interrogatorios crueles, por la forma y el tiempo en que se realizan, detenciones poco explicables o de las que no se da razón suficiente. Como hombre de Iglesia tengo que decir que quienes hacen estas cosas o las ordenan o las toleran o se inhiben de que se realicen no pueden llamarse cristianos. Ellos mismos se excluyen de la Iglesia, que es el cuerpo vivo de los hermanos de Cristo».

A pesar del apoyo de numerosos sacerdotes y cristianos, acosado por el poder político vigente entonces, no pudo continuar como sucesor del cardenal Tabera, aunque así lo solicitaron numerosos fieles. Fue «trasladado» a Madrid. Ahora en el lugar donde está habrá sido acogido ciertamente con otras palabras: «bienvenido, porque fui torturado y me acompañaste con tu presencia y con tu palabra de denuncia profética». Hoy, en tiempos en los que la tortura no cesa, pero donde faltan denuncias rotundas y claras como la de Mons. Larrauri, nuestro recuerdo agradecido por su testimonio valeroso y evangélico.