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Cálidas armonías y composiciones sencillas enriquecen el sonido de Keu Agirretxea

PABLO CABEZA

Pocos músicos han evolucionado en tantas direcciones como Keu Agirretxea. Animado en sus inicios por la escucha de discos como «Sabotage», de Black Sabbath, «Moving pictures», de Rush, los primeros discos de Whitesnake o Metallica, gira su mundo al entrar en formaciones tan ásperas e intensas como Psychophony o Etsaiak. Sin embargo, atravesada la necesaria etapa de descarga física, Keu reorienta su música hacia el lado del rock progresivo, de los guitarras técnicos, hábiles con las escalas y sueltos con los dedos. En 2008 no abandona su decenio anterior, pero siente que la sencillez repica en la pastilla de su guitarra. Adiós momentáneo a las exploraciones, a los largos paisajes instrumentales, las demostraciones de habilidad. Ahora es el acorde, la melodía vocal (otro reto) y los detalles puntuales que singularicen «Une akustikoa». De Uek retoma el álbum «Uhinak» y de él toma la canción «Denbora», que transforma hasta la levedad de lo acústico. Resulta fascinante cómo puede pasarse del rock eléctrico al folk-rock. Keu no se basa en la banda America ni en James Taylor, artistas por explorar, pero hay algo de ellos en los empastes vocales, en la serie de acordes. En realidad, simple casualidad tras tantas y tantas capas de historia acústica. «Eskua sartu nuen» también es una versión de Uek, del disco «Heltzear diren egunak» y donde, nuevamente, se produce el paso de crisálida a mariposa. Arpegios, delicadeza, rincones... son los territorios de Keu, quien logra un disco intimista, amigable, sensorial. Un trabajo capaz de lograr media hora de paz, de ensimismamiento y delicadeza.

 

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