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Haciendo trampas al solitario

Se suponía que la cumbre europea que se celebra desde ayer en Bruselas estaba dedicada a negociar el paquete de medidas comunes para hacer frente a la crisis económica y a debatir la posición comunitaria para hacer frente al cambio climático. Frentes ambos en los que la Unión Europea no ha dejado de ser mera subalterna de los Estados Unidos, al igual que en la mayoría de sus políticas. No obstante, la adopción de otro tipo de medidas parecía imposible sin desbloquear primero la situación creada tras el «no» irlandés al Tratado de Lisboa, que ahondó más si cabe en la crisis política estructural que viven las estructuras comunitarias desde su creación.

Y los mandatarios europeos aclararon ayer cuál es su propuesta para desbloquear esa situación: ahora dicen que la solución a la crisis política e institucional europea pasa por que Irlanda convoque otro referéndum. Pero, en realidad, lo que quieren decir es que la solución es que los irlandeses acepten que se equivocaron al votar como lo hicieron. Pues no se trata de que voten -ya lo hicieron, al igual que franceses y holandeses-, sino de que voten aquello que las élites políticas y económicas europeas necesitan para mantener su proyecto de construcción europea en los parámetros actuales.

Para conseguir cambiar la postura de la ciudadanía del sur de la isla, los burócratas europeos proponen maquillar el Tratado y garantizar un puesto por estado en la Comisión Europea. Eso y propaganda, mucha propaganda. Sin embargo, esas promesas, sin más, difícilmente cautivarán al pueblo irlandés, cuya respuesta fue clara y transparente -53,4% en contra y 46,6% a favor, con una participación del 53%, mucho mayor que la de cualquier otra votación relacionada con Europa-. Esos valores, la claridad y la transparencia, son precisamente dos de los que adolecen las instituciones europeas. También son los que demandan cada vez que tienen una opción sus ciudadanos. Mientras tanto en Bruselas se empeñan en hacer trampas al solitario, y ni a ésas ganan. En ese sentido, la propuesta de ayer sólo puede profundizar aún más su crisis de credibilidad.

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