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Juan Gelman 2008/12/11

Desplazamientos

Aparece información que despierta reflexiones sobre el ominoso atentado terrorista que castigó a Bombay. Un ejemplo: se sabe ahora que cuando finalizaban los ataques un señor anónimo llamó por teléfono al presidente paquistaní, fingió que era el ministro de Relaciones Exteriores de la India y lo amenazó con declararle la guerra. Pakistán puso su fuerza aérea en estado de alerta durante un día entero (Los Angeles Times, 7-12-08). Esa guerra era el objetivo de los terroristas, pero surge una pregunta: ¿cómo logró el señor anónimo conocer los códigos necesarios para ser atendido por el presidente paquistaní? ¿Tal vez fue alguien bien ubicado en Nueva Delhi? Lo cierto es que un detallecito como éste puede provocar la catástrofe: los dos países, que se disputan Cachemira, tienen armas nucleares.

(...) Es notorio que la CIA y el Pentágono arman y entrenan a Jundullah, grupo terrorista de la zona tribal de Pakistán, para que incursione en Irán. Pareciera que Irán es la cuestión.

El electo presidente Obama, rodeado de un equipo en el que abundan los halcones que eligió, ha reiterado su intención de convertir a Afganistán en centro de la llamada lucha antiterrorista, lo cual ha creado ya un conflicto con Pakistán (...).

El énfasis de Obama en Pakistán no es gratuito: el país limita con Irán, Afganistán, India, China y no está lejos de las ex repúblicas soviéticas ricas en petróleo y gas natural. Por otro lado, una fuerte presencia militar estadounidense en Afganistán -con la OTAN, claro- sería una advertencia para China y Rusia, que tienen fuerte influencia en la región. Ambos movimientos, además, fortalecerían el cerco a Irán. Es la triste geopolítica de la guerra en curso: los beneficiarios de los atentados de Bombay son conglomerados petroleros y grandes bancos con sede en Londres y Nueva York.

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