El sol deja atrás su ciclo tranquilo de once años y comienza uno más activo
En julio, los astrónomos estaban preocupados porque el Sol llevaba en calma más de lo que se suponía. Su ciclo calmado se alargaba. Pero parece que las primeras manchas solares han aparecido. Nuestra estrella parece entrar en un nuevo ciclo más movidito y tormentoso.
Joseba VIVANCO
Después de más de dos años de pocas manchas solares, incluso menos llamaradas solares y, en general, una inquietante calma, el Sol finalmente está dando señales de vida. «Creo que el mínimo del ciclo solar ha quedado atrás», atestiguaba hace unas fechas el pronosticador de manchas solares David Hathaway, del Centro Marshall para Vuelos Espaciales, de la NASA.
Pero, ¿qué son los ciclos solares y cómo pueden afectarnos a nosotros? Para saberlo, qué mejor que preguntar al experto y qué mejor que el divulgador astrónomico Benjamín Montesinos, del Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental en Madrid, para sacarnos de dudas.
¿Qué es una mancha solar?
«Es una manifestación del campo magnético que se origina en el interior de nuestra estrella», sintetiza. Según las teorías más aceptadas, a unos 180.000 kilómetros por debajo de la superficie solar (el radio del Sol es de 700.000 km), «se forman unos `tubos' intensos de campo magnético que surgen a la superficie. El interior de esos tubos es más frío que el gas que los rodea y por eso las manchas se ven oscuras con respecto al disco luminoso del Sol».
¿Y qué son los ciclos solares?
El Sol presenta ciclos de manchas de alrededor de once años, aunque ha habido ciclos más cortos, de hasta nueve años, y más largos, de hasta trece años, aunque el promedio es de omce. «Eso significa que cada once años hay un máximo en el número de manchas que se observan en la superficie del Sol. Después de un máximo, el número de manchas decrece y al cabo de unos cinco o seis años hay una casi ausencia total de manchas», explica este investigador.
¿Será el nuevo ciclo más activo?
«No se puede predecir con total certeza cómo va a ser un nuevo ciclo simplemente comparándolo con el anterior. El Sol puede dar sorpresas, como por ejemplo cuando lo hizo en el periodo de 1645 a 1715, en el llamado `mínimo de Maunder', cuando las manchas solares desaparecieron de la superficie solar, aunque luego éste recuperó su comportamiento cíclico», detalla.
¿Cómo afectan los ciclos a la Tierra?
«Los ciclos solares pueden tener influencia sobre la Tierra. De hecho, durante ese `mínimo de Maunder' se sabe que las temperaturas medias en Europa descendieron, y a esa época se la denomina la `pequeña edad de hielo'. Durante un máximo solar existen tormentas magnéticas en forma de lluvias de partículas muy energéticas que provienen del Sol, y que en la Tierra dan lugar a las conocidas auroras. Pero si esas tormentas son muy intensas pueden dar lugar a apagones eléctricos, o componentes de satélites se pueden estropear».
¿Y afectan al clima terrestre?
«Es un tema muy en boga. El problema es que hay dos fenómenos combinados. Por una parte, toda la polución que estamos poniendo en la atmósfera y, por otro, los ciclos solares, totalmente naturales. Como no es posible `darle al interruptor' y cancelar uno de los dos fenómenos, no es fácil decir cuál de los dos tiene más importancia, aunque, obviamente, todos los gases de efecto invernadero en la atmósfera han de tener una influencia bastante grande».
¿Cómo está la salud de nuestro Sol?
«Es buena. Sigue quemando tranquilamente unas 500.000 toneladas de hidrógeno por segundo en su núcleo, como lo viene haciendo en los últimos 5.000 millones de años, y seguirá así otros 5.000 millones...».
¿Qué es lo último que sabemos del Sol?
«Las misiones que observan el Sol y no sólo desde el espacio, sino también desde telescopios de la Tierra, nos están dando cada vez más información de lo que ocurre en su superficie y en sus capas más altas, y también sobre el viento solar. Uno de los problemas en Astronomía es lo que técnicamente se llama `resolución', que no es más que ver con detalle cosas que, en este caso, suceden a escalas pequeñas, separadas decenas de kilómetros. Cada vez llegamos a un mejor nivel de detalle y las bases de datos se están incrementando más y permitirán hacer un estudio en perspectiva de nuestra estrella».
Ya sabíamos que el planeta Tierra no es una esfera perfecta como la de los globos terráqueos. Ahora, sabemos que el Sol tampoco es redondo, sino algo achatado. Usando la nave espacial Rhessi, de la NASA, los científicos han medido la redondez del Sol con una precisión sin precedentes, y han descubierto que no es una esfera perfecta. Lo que también han detectado estos investigadores es que su superficie es áspera y la han definido como «la superficie de un melón, con protuberancias». En cualquier caso, también han asegurado que «su gravedad extremadamente fuerte hace de él el objeto natural más grande y más liso del sistema solar, con una perfección del 0,001%». Por cierto, que 2008 podría ser el año `más blanco' de la Era Espacial, y es que hasta octubre no se había detectado ni una sola mancha solar. Para encontrar un año con más `soles en blanco' y tanta quietud en nuestro astro es necesario remontarse a 1954.