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Fede de los Ríos

Spain is different!

Alega Soraya Sáenz de Santamaría que Don Manuel en realidad ha querido decir que es necesario pesar a los nacionalistas en una balanza romana. Todos menos tú querida, al parecer, hemos entendido clara y meridianamente los deseos de Don Manuel

Cuando en Atenas se enfrentan a las medidas liberales de su gobierno y todo el país -no un país cualquiera, sino el país que configuró la democracia como sistema de administración de la vida pública- se declara en huelga general saliendo a la calle para enfrentarse a los asesinos uniformados que arrebataron la vida a un niño de quince años, en España, país inventor del botijo, el garrote vil y la inquisición, Fraga Iribarne declara la necesidad de «ponderar el peso de los nacionalistas colgándolos de algún sitio». Una estética la de Don Manuel que le honra y le define éticamente, en estos tiempos de disimulo. Nada más ejemplar que la visión del disidente oscilando como péndulo en el vacío. Lo del ametrallamiento en Gasteiz resultó confuso y arbitrario; Montejurra una chapuza en manos de aficionados; incluso con Julián Grimau, al fusilarlo sentado en una silla por su estado debido a las torturas de la brigada político-social, la cosa resultó poco edificante. Francisco Granados y Joaquín Delgado ajusticiados a garrote vil. Aunque no estuvo mal, no resultó tan pedagógico como colgar al disidente, al enemigo de España. Esos rojo-separatistas que sobrevivieron a los cuarenta años de paz que nos procuró el caudillo y en los que Don Manuel aportó su simpático buen hacer como ministro.

¿A santo de qué viene ahora Soraya Sáenz de Santamaría, la más respingona nariz del pijerío vallisoletano, a enmendarle la plana al ex ministro de Franco, y uno de los principales actores de la actual democracia española, diciendo no que le entienden cuando dice que hay que colgar a los nacionalistas no españoles? Alega la paisana de Onésimo Redondo, ejerciendo de intérprete, que Don Manuel en realidad ha querido decir que es necesario pesarlos en una balanza romana. Todos menos tú querida, al parecer, hemos entendido clara y meridianamente los deseos de Don Manuel. Nada nuevo, de casta le viene al galgo, que a pesar de su andar bamboleante sigue igual a sí mismo. Ni las bombas de Palomares pudieron con él.

Si en 1949 declaraba: «es evidente que el glorioso alzamiento popular del 18 de julio de 1936 fue uno de los más simpáticos movimientos político-sociales de que el mundo tiene memoria. Los observadores imparciales y el historiador objetivo han de reconocer que la mayor y la mejor parte del país fue la que se alzó, el 18 de julio, contra un Gobierno ilegal y corrompido, que preparaba la más siniestra de las revoluciones rojas desde el poder», en 2001 vaticinaba que «el nacionalismo es la guerra. No quiero pensar lo que sucedería si en el País Vasco se llevara a cabo la idea insensata de la autodeterminación. Muchos miles de vascos morirían los primeros días». A día de hoy sabemos cómo sucedería: colgados por los que constituyen la mejor parte de España. Eso sí, con simpatía.

En Grecia, juzgados y condenados los coroneles que dieron el golpe de estado en 1967, abolieron la monarquía, la del hermano de Sofía, en referéndum. Como bien anunciaba Fraga al frente del Ministerio de Información y Turismo, Spain is different!

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