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Raimundo Fitero

Tormentas

Vaya tormento el de aguantar en cada tormenta los mismos salmos e imprecaciones! Las alertas funcionan, o al menos se retransmiten, pero parece que el cuento del pastor que se reía de sus colegas anunciando la venida del lobo, no se ha aprendido, y pese a todo lo que anuncian, cuando caen los copos de nieve o las gotas de agua, sucede, lo de siempre. Por lo tanto, alguien debe considerar que lo normal es que llueva, que nieve, que haga sol y que después del día llega la noche. Lo demás es negligencia que podría ser considerada como denunciable, porque pone en peligro al integridad física de muchas personas.

Empieza a ser demasiado cansino ver las mismas imágenes, las mismas denuncias, una casuística tan reiterada en formas y fondo que parece que estemos siempre en un túnel del tiempo, en un uso abusivo de imágenes de archivo, y no, son, desgraciadamente para quienes las sufren, de rabiosa actualidad, aunque cambien los protagonistas y los lamentos se hagan con diferentes acentos. Si la selección de aquejados se realiza de manera certera en cuanto a cargar las tintas sobre una parte u otra, según la tendencia del consejo de administración de cada ente o cadena, en cuanto aparecen los políticos de turno, el asunto se torna delirante y si tiene que ser la ministra de Fomento la que comparezca, entonces entramos en un desideratum que nos retuerce los abdominales, de manera tal que preferiríamos nombrasen portavoz de Magdalena Álvarez a Chiquito de la Calzada. Sería más serio.

Las tormentas en un vaso de agua humedecen, pero si es en un vaso de vino, manchan el mantel y hasta es posible que la camisa. Si la tormenta sucede en vaso de escocés de malta en un despacho con mucha moqueta, las gotas nos pueden llegar hasta a los más pardillos ahorradores, que deberíamos empezar a plantearnos muy en serio volver al calcetín como caja de seguridad de nuestros ahorros porque no existe seguridad en ninguna entidad financiera ni aseguradora. Esta tormenta estaba anunciada, pero nadie ha echado la sal cuando debía. Ahora deberán utilizar a los ejércitos de los bancos centrales para rescatar. Pero sólo a ellos, a los causantes.

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