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Los adolescentes reproducen los patrones sexistas vigentes

Las pautas de comportamiento y códigos de valores de los adolescentes vascos de entre 14 y 17 años son «normalizadas». Una definición que pudiera interpretarse como positiva, pero que, sin embargo, lo que refleja es que siguen siendo «cercanas» a los patrones establecidos por las generaciones adultas. Lo revela una radiografía de Emakunde sobre estos jóvenes.

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Joseba VIVANCO |

Hasta ahora sabíamos de la existencia de lo que la anterior directora de Emakunde, Txaro Arteaga, calificaba como «techo de cristal» con el que las mujeres se topan en su progresión de llegar a los puestos de dirección más altos, tradicionalmente ocupados por los hombres. Ahora, conocemos que por debajo, también se ven lastradas por lo que la actual responsable del Instituto vasco de la Mujer, Izaskun Moyua, define como «arenas movedizas», las mismas que ya desde muy jóvenes les impiden avanzar lo deseado en su particular cruzada contra la desigualdad de sexos.

Se las exige más y todo para que luego se las valore menos. Las adolescentes vascas de hoy priman mucho la amistad y sueñan con forjar un sueño y poder llegar a cumplirlo. Pero, obviamente, no lo tienen fácil, o, al menos, menos fácil que los chicos de su misma edad. Y todo porque las generaciones de unas y otros se van sucediendo y, sin embargo, se constata que las «pautas de reproducción de género» siguen estando «muy asentadas y arraigadas».

Así lo constata un nuevo estudio de Emakunde, en el que se ha querido acercar a lo que llama los «procesos de empoderamiento» de la adolescencia vasca, de esos jóvenes que tienen entre 14 y 17 años. Una investigación que dibuja una radiografía en la que los chicos parecen contradecir cualquier teoría de la evolución y en la que las chicas cada vez son más dueñas de su destino, aunque lastradas aún por esas `arenas movedizas' de las que hablaba Moyua.

Una fotografía muy desigual

Esta fotografía de nuestros adolescentes no sólo es fija, sino que pretende anticipar tendencias de comportamiento en su edad adulta. Pero para ver hacia dónde van, primero hay que saber qué hacen y cómo piensan.

En lo que al ámbito doméstico se refiere, unos y otras «presentan un bajo nivel de corresponsabilidad en las tareas domésticas», si bien ellas las ejecutan con mayor periodicidad que sus coetáneos masculinos. «Cuidado -advirtió la directora de Emakunde- por primera vez en la historia las chicas jóvenes se desentienden de esa responsabilidad». Es decir, estos adolescentes, en general, están pecando de una preocupante falta de compromiso a la hora de atender el ámbito doméstico, teniendo en cuenta que en la mayoría de los hogares padre y madre trabajan.

Respecto al ámbito ecónomico, hay un alto grado de dependencia de la paga -oscila entre los 5 y 20 euros semanales-. Y, aquí, mientras ellos se lo gastan de manera preferente en chucherías y vídeojuegos, ellas se decantan por la ropa.

Sobre con quién pasan su tiempo en la calle, la mayoría lo hace en grupos mixtos, pero mientras las chicas tienen un horario de vuelta a casa más restringido, el de ellos es mucho más laxo; y, además, sobre todo las madres, están mucho más pendientes de lo que hacen.

En esos ratos de ocio y tiempo libre, apenas existen grandes diferencias en cuanto a qué lo dedican: escuchar música, ver televisión y conectarse a internet. Eso sí, a ellas se las presiona más para que en ese horario extraescolar lleven a cabo actividades dirigidas a prepararse para su vida de adultas. «Experimentan más presión para abandonar aquellas actividades que no se encuentran relacionadas u orientadas hacia lo formativo-escolar, en especial las de carácter deportivo», se dice.

Referente a las relaciones de pareja y sexuales, lo que la investigación observa es que ellas profesan una mayor «fidelidad». En el debe de unos y otras está el que siguen ligando la sexualidad con la penetración; casi una cuarta parte de estos adolescentes afirma haber mantenido «relaciones sexuales completas».

Finalmente, Emakunde constata algo ya sabido, y es que las chicas siguen optando más por los estudios universitarios, pero que, ahí radica la preocupación expreasada por el Instituto de la Mujer, sigue prevaleciendo la diferenciación entre áreas de conocimiento femeninas y masculinas.

sexo seguro

Casi una cuarta parte afirma haber mantenido relaciones sexuales con penetración, si bien, frente al discurso habitual, en el 90% de los casos se usa algún método de prevención. La edad media a la que se inician se sitúa en los 15 años

«Las áreas de conocimiento femeninas no se valoran»

A pesar de que la fotografía revelada por Emakunde en esta investigación podría parecer que difiere muy poco de cualquier otra hecha años atrás, o de que para obtener estas conclusiones no hacía falta gastar dinero en estudios así, Izaskun Moyua cree que los resultados evidencian algunos hechos sobre los que hay que profundizar. Uno es el hecho de que a pesar de la apuesta institucional formativa para que ellas también cursen «áreas de conocimiento masculinas», en la práctica no parecen estar arrojando los resultados deseados. Y, encima, aquellas «áreas de conocimiento femeninas», se queja, «no son valoradas por la sociedad».

En este sentido, Moyua afirma «quedarse» con estas adolescentes que cada vez más toman la rienda de sus vidas y asumen ese grado de empoderamiento deseable. Observa avances, pero reconoce que tanto ellas como ellos siguen «reproduciendo los mismos patrones de estructuración social, y, por ello, de género, actualmente vigentes». J.V.

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