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David Alonso, un pionero entre los paralímpicos vascos, de la piscina a la mesa de ping pong

David Alonso, palista del C.D. Zuzenak, va a cerrar 2008 en el puesto 25 del circuito mundial paralímpico, con la mejor clasificación de su vida en tenis de mesa. El vizcaino, paralímpico en Seúl'88 y Barcelona'92 como nadador, continúa unido al deporte desde la mesa de ping pong.

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Miren SÁENZ

La falta de media pierna no le ha impedido a David Alonso la práctica deportiva constante y de nivel. Esta minusvalía de nacimiento y poco común no ha conseguido minar su carácter competitivo, así que con 39 años sigue dedicándole ganas y tiempo. Su madre se preocupó por su integración y decidió plantarle cara a los complejos acercándole a la actividad física. En la escuela ya le daba al balonmano, pese a que él mismo reconoce que en una disciplina como esa estaba limitado «porque tienes que correr y saltar bastante».

Años después fue uno de los pioneros vascos en el deporte paralímpico. «Me enteré por un árbitro de natación que existía deporte para minusválidos, porque yo siempre había competido a nivel de válidos», admite. Como nadador fue paralímpico en Seúl'88 y Barcelona'92, aunque colgó el bañador en el 94 buscando un sitio en el mercado laboral.

Le gustaba demasiado como para dejarlo. Se reeinventó como jugador de tenis de mesa y debutó en competiciones internacionales hace un par de años para quedarse a las puertas de los Juegos de Beijing'2008. «Estaba muy difícil ir. Se clasificaban los 32 mejores del ranking mundial y yo era el 34. El tenis de mesa en China es como el fútbol en Brasil y nadie quería perdérselo».

En el ping-pong descubrió una especialidad muy técnica y bastante psicológica, en la que la rapidez de la juventud se suple con la experiencia de la madurez, «por eso de ser un poco perrete». A nivel de válidos compite con un club de Portugalete y de minusválidos con la fundación Zuzenak. Está contento, ha cerrado la temporada con dos medallas en el Open Internacional de Isla Margarita (Venezuela) celebrado a finales de noviembre. Se impuso en la categoría por equipos de la clase 8, acompañado por el andaluz Álvaro Valera. Ambos se colgaron la medalla de oro por delante del dúo belga-alemán Nico Vergeylen y de Kart Heinz König, que fue plata, y de los holandeses Walter de Leeuw y Arno Van Daatselaar, que se llevaron el bronce. El palista vizcaino redondeó con la plata en la categoría individual de pie S8. Allí sólo Nico Vergeylen pudo con él.

Patrocinadores

Este año ha jugado en Inglaterra, Rumanía y Venezuela. Tres torneos -de jueves a domingo-, por los ocho del pasado año buscando la clasificación paralímpica que no llegó. Y es que el aspecto económico también aquí manda y marca diferencias. No sólo a Pistorius -el atleta australiano amputado de las dos piernas que este año ganó en los juzgados su derecho a competir entre olímpicos, además de entre paralímpicos- se lo rifan los sponsors.

Otros también consiguen sacar rendimiento a su esfuerzo. «A algunos les subvencionan todas las prótesis que rompan y material deportivo. Al holandés Walter de Leeuw -bronce en Venezuela-, por ejemplo, el patrocinador le aporta 28.000 euros anuales. A mí, bastante con que Zuzenak me costee los viajes». Y es que cubrir los gastos de prótesis no es ninguna minucia: «La mía, que es antidiluviana, cuesta 6.000 euros, pero a mí son las que mejor me van. Otras pueden llegar a los 25.000», aclara. Alonso, como ni la natación ni el tenis de mesa le han dado para vivir, lleva casi cinco años de administrativo en un centro de estética. Antes ejerció de monitor en un gimnasio, pero «vivir del deporte es imposible. Al final te dan cuatro duros o son trabajos muy inestables y hay que pagar la hipoteca».

Si estuviera en su mano evitaría el morbo que a algunos les produce «enfocar siempre a los que les faltan los brazos o las piernas», llevaría más a rajatabla los controles antidopaje, sin olvidar lo esencial, que cada uno compita en la categoría que le corresponde «porque un poco de trampa siempre hay».

Con casi 25 años de experiencia a sus espaldas ha vivido momentos únicos, como portar el relevo de la antorcha olímpica por las calles de Bilbo, batir el récord mundial de 200 libre en piscina corta o vencer en cuatro ocasiones consecutivas en la Travesía del Puerto de Barcelona. «Allí coincidí con David Meca, él ganaba la de convencionales y yo la de minusválidos», recuerda. De las palas del ping-pong también guarda buenas sensaciones, especialmente del triunfo de la selección autonómica en la Copa.

 

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