En noviembre de 1949 Lucien Hervé fotografió en Marsella la obra de Le Corbusier «L´Unité d´habitation» (La unidad habitacional). En un solo día, Hervé realizó más de seiscientas fotografías con su cámara Rolleiflex. «Tiene alma de arquitecto», dijo Le Corbusier al ver las fotografías y decidió contratarle para fotografiar su obra. A partir de entonces, Hervé fue la mirada del arquitecto. Así fue como comenzó esta relación que les unió durante quince años. Ahora el Museum Cemento Rezola de Añorga rinde homenaje al trabajo de Lucien Hervé.

La muestra se compone de treinta fotografías originales. «Los retratos que completan esta exposición testimonian la relación excepcional entre los dos artistas» subrayó José María Etxarri, presidente de honor de FYM-Cementos Rezola. Añadió, además, que las fotografías «reflejan el espíritu de una época heroica para la construcción en el mundo, durante la cual la arquitectura afirma su materialidad física por la utilización de un material nuevo, el hormigón armado». Paneles explicativos de la obra del arquitecto completan esta exposición, además de dos maquetas procedentes de la Fundación Le Corbusier, una del apartamento de la Unidad Habitacional de Marsella y la otra del Tejado-Terraza de la misma obra. «L´Unité d´habitation» es uno de sus proyectos más emblemáticos y una de las referencias básicas para cualquier arquitecto. Comienza a desarrollarlo tras la Segunda Guerra Mundial, siendo claro ejemplo del aprovechamiento del espacio. El proyecto fue un encargo del gobierno para dar vivienda a las familias obreras al finalizar la guerra.

Le Corbusier fue el pionero de una nueva arquitectura. Aparte de buen pintor, fue un gran teórico. Siempre tuvo claro que además de saber crear buenos edificios era necesario saber explicarlos y transmitirlos al resto de los profesionales y estudiantes. Escribió varios libros en los que explicaba sus ideas con ejemplos de proyectos propios.

Teórico y maestro

No se limitaba únicamente a los aspectos técnicos. Como visionario, el francés veía la posibilidad de cambiar el mundo a través de la arquitectura. Fue conocido por su definición de la vivienda como «la máquina de vivir». Subrayaba así no sólo el componente funcional, sino que insistía en que esa funcionalidad debía estar destinada al vivir.

Le Corbusier fijaba como objetivo de la arquitectura el generar belleza, «es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz», y creía que esa belleza debía repercutir en la forma de vida de los ocupantes de los propios edificios.

Fue uno de los fundadores del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna y se hizo famoso por el llamado «estilo internacional» que aplicó junto con Ludwig Mies van der Rohe, Walter Gropius y Theo van Doesburg.

Sus ideas arquitectónicas están recogidas en «Los cinco puntos de una nueva arquitectura» que escribió en 1926 y supusieron una importante innovación conceptual para la época. En esos puntos habla de los «pilotes: para que la vivienda no se hunda en el suelo y quede suspendida sobre el jardín». También menciona «la terraza-jardín: que permite mantener condiciones de aislación térmica sobre las nuevas losas de hormigón». El tercer punto es «la planta libre: aprovechando las virtudes del hormigón, que hacen innecesarios los muros portantes». Continúa con «la ventana longitudinal: pueden abarcar todo el ancho de la construcción, mejorando la relación con el exterior». Y termina los cinco puntos con «la fachada libre: los pilares se retrasan respecto de la fachada, liberando a ésta de su función estructural».

La exposición permanecerá en el museo de Añorga hasta el próximo mes de febrero. Durante el período que dure la muestra se realizarán talleres de construcción dirigidos a alumnos de Educación Primaria, y en los fines de semana se ofertará para familias tanto el taller de construcción como el taller de mini esculturas de cemento.