Bolivia destierra el analfabetismo gracias al método «yo sí puedo»
«Todo hombre tiene derecho a educarse y en pago a contribuir a la educación de los demás», escribió el poeta José Martí. La realidad es bien distinta, porque sólo en América Latina hay más de 40 millones de iletrados, una cifra que se está viendo reducida gracias a la aplicación del método de alfabetización cubano «Yo sí puedo». Bolivia se acaba de declarar libre de analfabetismo.
Ainara LERTXUNDI
El método de alfabetización cubano «Yo sí puedo» ha supuesto una auténtica revolución educativa. A través de la combinación de números y letras, ha logrado alfabetizar a millones de personas en todo el mundo. Actualmente, se desarrolla en 28 países, entre ellos Nueva Zelanda y ocho naciones africanas. Fue creado por la profesora Leonela Reyls, del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC) a instancias de Fidel Castro. Su cometido inicial era poner freno al analfabetismo en Haití. A través de las ondas radiofónicas, educadores cubanos lograron llegar a miles de hogares. Ante el éxito de aquella primera experiencia, varios países se interesaron por este programa, ajustado a las posibilidades y características idiomáticas de cada lugar. Uno de esos fue Venezuela.
El presidente Hugo Chávez recurrió a él para enseñar a leer y escribir en pocos meses a un millón y medio de venezolanos. El plan, denominado «Misión Robinson», cumplió sus objetivos en 2005.
Ayer, junto a Cuba y Venezuela, Bolivia se declaró «territorio libre de analfabetismo» en una «fiesta nacional» celebrada en Cochabamba. El embajador cubano en el país, Rafael Dausá, adelantó que los ya alfabetizados podrán continuar su formación a través de cursos de primaria el próximo año.
Honduras también se ha propuesto cumplir esa meta para 2015. Más de 800.000 personas, algo más del 16% de la población adulta, es iletrada. Hasta el momento, 64.000 ciudadanos han sido alfabetizados. Cerca de 6.000 profesores trabajan en 16 de los 18 departamentos del país.
Animados por los logros obtenidos, movimientos sociales argentinos han abierto 240 centros, a los que asisten 1.500 personas. El pasado 24 de noviembre, el municipio bonaerense de Luján festejó la graduación de las primeras 25 personas alfabetizadas. Los integrantes de las organizaciones agrupadas bajo el lema «Un mundo mejor es posible» se han propuesto alfabetizar a los 12.000 iletrados que estiman que hay en Argentina.
Lo único que hace falta es voluntad. El material varía de los recursos disponibles. En el mejor de los casos, se utilizan tecnologías audiovisuales con personajes que se ajustan a la realidad y lenguas locales. A tal efecto, el Gobierno cubano donó varias decenas de paneles solares para contar con la energía suficiente en aquellas zonas rurales de Bolivia donde lo estaban aplicando. En total, se instalaron 1.141 placas en las comunidades altiplánicas, se emplearon 5.808 televisores y reproductores de vídeo para 65 clases.
En doce idiomas
Nora Isaac, asesora del IPLAC, resalta la gran flexibilidad de este método educativo. En la actualidad, tiene 12 variantes idiomáticas -español, inglés, portugués y francés entre las más conocidas- y se ha acomodado a la lengua quechua y aymara para llegar a las poblaciones indígenas. En Bolivia, por ejemplo, 22.587 personas se han graduado en aymara, y 1.511 en quechua.
Además de la rapidez -dura entre siete y diez semanas-, la sencillez es otra de las características principales de «Yo sí puedo», que consiste en combinar números y letras.
«Todas las personas iletradas de una manera u otra saben y conocen el significado de los números; cuánto le pagan, el precio de los artículos etc. Sin embargo, no conocen las letras, por ello, de una manera muy original se juega con estos elementos. Para los analfabetos es maravilloso lo que descubren», explica a GARA la profesora y periodista cubana Xiomara Pupo.
Cada centro donde se imparte cuenta con asesoría de educadores cubanos y la presencia de voluntarios, que no tienen que ser necesariamente profesores titulados. Ello ha contribuido de manera positiva a la expansión del programa.
Quienes han accedido a él han experimentado un gran cambio en sus vidas. Ya no tendrán que depender más de otra persona para escribir una carta, enviarle una nota a la profesora de su hijo, leer un recibo o, simplemente, saber qué están firmando. No hay edad límite para aprender. El caso del hondureño Rodrigo Villamil es un claro ejemplo. A sus recién cumplidos 80 años, se acaba de incorporar a «Yo sí puedo».
Pero, si no se hace seguimiento de las personas alfabetizadas, en cuestión de dos años podrían volver al punto de partida. Por ello, profesores cubanos están desarrollando la segunda parte de este método, denominado «Yo sí puedo seguir», que consiste en continuar estudios superiores -primarios, secundarios e, incluso, universitarios-.
Actualmente, se calcula que la cifra de analfabetos en América Latina asciende a 42 millones, mientras que 110 millones de jóvenes no han logrado acabar los estudios de educación primaria.
La erradicación del analfabetismo está al alcance de los gobiernos. Cuba sentó un precedente en 1961 con la Campaña de Alfabetización. 100.000 voluntarios se trasladaron a zonas rurales para enseñar algo tan básico como leer y escribir. Ese año, la isla se declaró libre de analfabetismo.
Según la Unesco, dependiente de la ONU, un país puede considerarse libre de analfabetismo si el 96% de la población mayor de 15 años es capaz de leer y escribir.