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Raimundo Fitero

Estrechar

El embudo tiene su ley y sus leyes. En cualquier caso es un gran invento que se utiliza hasta de metáfora. Cuando la vida sigue al ritmo de las olas, los flujos y reflujos lunares acaban provocando estrecheces, desparrames y concentraciones. Han cambiado al secretario general de CC.OO. y todas sus declaraciones vienen a insistir en que se trata del continuismo más obvio, o dicho de otro modo, que nadie se ponga nervioso que seguirán chupando del bote, que es la mejor manera de asegurar lo que llaman paz social, y que podría decirse que es la paz del cementerio de los derechos sindicales y laborales.

Entonces miramos alrededor, tomamos el mando a distancia y nos aplicamos. Todo se estrecha. No hay aperturas, ni ganas de abarcar algo más. Existe un miedo programático que iguala todas las parrillas a la baja. Hoy nos despertaremos con la cantinela de la suerte y acabaremos, como siempre, celebrando nuestra buena salud, pero mientras tanto hemos sufrido algunos desencuentros que no por ser reincidentes pierden su valor de uso.

En «La noria» asistimos una vez más a un montaje, a la salida a la notoriedad de un personaje que dice no ser homosexual, ni haber tenido sexo con Falete, pero que iba a casarse con el cantante y que fingió un secuestro porque le tenía miedo al que era su novio comercial pero no emocional ni sexual. Es vergonzoso que yo mismo esté en estos momentos utilizando este espacio, este tiempo, y que previamente haya pasado unos minutos aguantando unas declaraciones absolutamente fuera de lo normal, pero que acaban formando parte de la normalidad. Falete y sus asuntos, la madre del no novio de Falete, una adorable señora de nombre Bienvenida, que se muestra, a sus ochenta y cuatro años, con una lucidez que merecería aparecer en otro lugar televisivo. Por otro lado escuchamos causalmente una de esas actitudes autoritarias en RNE a cargo del siempre impresentable Chema Abad, el peor de todos los locutores merengues que le hace una trampa falaz a Javier Clemente. Cosas del fútbol y de la poca exigencia de neutralidad de los responsables del chulesco locutor. La estrechez mental del tal Abad y su tono violento son un baldón en la cadena.

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