Análisis | Crisis en la Real Sociedad SAD
Una Junta de Accionistas que obliga a la reflexión y la unidad
La votación de la remoción del Consejo fue en la que más acciones se posicionaron contra Iñaki Badiola, 42.285, por 26.463 a favor. 16.000 acciones son muchas para intentar presentar el resultado como una victoria de grandes accionistas sobre los pequeños. Jokin Aperribai dejó en manos de sus compañeros de Consejo la decisión de elegir al nuevo presidente y trasmitió su voluntad para regenerar social y económicamente a la Real Sociedad.
Joseba ITURRIA
Pasada la una de la madrugada de ayer el nuevo Consejo elegido por la Junta de Accionistas de la Real Sociedad salía escoltado por la Ertzaintza del velódromo de Anoeta, tras una carga policial que puso fin de la manera más triste a una noche que obliga a la reflexión y a la unidad para evitar la desaparición del club.
La Real vivió una triste noche saldada con la elección de la plataforma Realaren Lagunak para sustituir al Consejo elegido hace un año. La cita estuvo marcada por la crispación y finalizó con graves incidentes protagonizados por seguidores de Badiola que no aceptaron la voluntad de la Junta de Accionistas. Cuando se conocieron los resultados retomaron el grito del espíritu de Ermua, el «a por ellos», y fueron hacia donde estaba el nuevo Consejo y lo acorralaron en unos momentos de tensión que culminaron con una carga de la Ertzaintza para abrirles el camino y salir del velódromo.
Ésa es la imagen que quedará de la Junta y que resume el estado de excepción de una sociedad anónima deportiva en la que a unos accionistas a los que no se les puede responsabilizar de nada de lo que ha pasado en la Real hasta el día de ayer no se les permite intentar reconducir la situación económica hasta que se salga de la Ley Concursal.
Fue el final ideal para Iñaki Badiola, cuya estrategia se ha basado en generar crispación y conseguir que nadie se atreva a presentar una candidatura alternativa a la suya. En una Junta supuestamente ordinaria, convocada para aprobar unas cuentas a las que no dedicó ni medio minuto, realizó un discurso incendiario y populista impropio de una persona que desempeña la responsabilidad de presidir la Real Sociedad. Arremetió contra todos los que han osado ponerse en su contra para dejarlos a los pies de sus caballos, y en toda la Junta no hizo ningún llamamiento a que se desarrollara con respeto y sin incidentes.
Jugó con los sentimientos de unos aficionados de la Real a los que ha engañado y mentido reiteradamente. Aprovechó la frustración que ha motivado el descenso y la crisis económica que vive la entidad. Una frustración que es responsabilidad de todos y que él ha alimentado porque no ha cumplido las expectativas con las que se presentó a las elecciones y la crisis económica se agravó por una gestión suya de la que no quiso hablar. Tampoco dijo nada del presupuesto que supuestamente tenía preparado para presentar al juez. Se limitó a echar gasolina al fuego de la frustración y la crispación.
El quinto punto del orden del día era el conejo que se sacó de la chistera para satisfacer los deseos de los aficionados de que alguien pague por la crisis y el descenso de la Real. Cualquier accionista puede promover una acción de responsabilidad civil y, desde que en mayo tuvo conocimiento del resultado de la due diligence, Badiola ha tenido siete meses para realizarla. Puede hacerlo todavía, como cualquier accionista que se sienta agredido por cualquier gestión de los Consejos de Administración. Y si no lo ha hecho y no lo hace es porque no tiene base para presentarla. Y si no tiene base no puede lanzar las acusaciones que realizó en la Junta de manera engañosa y tendenciosa. Porque para generar frustración utilizó especialmente este punto. Y no se puede jugar con ese sentimiento. O se da el paso o se deja de mirar atrás. La Real no puede mirar permanentemente por el retrovisor al pasado cuando su camino y su futuro está repleto de obstáculos con los que chocará si no dedica todas sus energías a mirar adelante.
Ése fue el punto en el que Iñaki Badiola recibió más apoyo de la Junta de Accionistas, al votar a favor 29.459 acciones, por las 40.537 que lo hicieron en contra. Hubo unas 1.100 acciones que se abstuvieron en el resto de los puntos del orden del día y votaron sólo a favor en éste, como lo hicieron unas 1.300 que aprobaron la remoción del Consejo, pero no apoyaron su sustitución por la plataforma Realaren Lagunak. Unas 2.000 acciones censuraron las cuentas y la gestión del Consejo y aprobaron su remoción, pero votaron a favor de la acción de responsabilidad civil, del cambio de auditores y a favor de la delegación en el Consejo para elevar a público los acuerdos adoptados. Todas esas acciones se abstuvieron en la votación de las dos alternativas que se presentaron.
La votación más importante, la de la remoción del Consejo, fue en la que más acciones se posicionaron en contra de Iñaki Badiola, 42.285, un 58,69% del capital social presente y representado, por las 26.463, un 36,73%, que se posicionaron a favor. 16.000 acciones son muchas para intentar vender el resultado como una victoria de los grandes accionistas sobre los pequeños. Iñaki Badiola no es precisamente un pequeño accionista y es de suponer que sus 500 acciones no votaron en contra suyo. Muchos pequeños accionistas votaron en contra del Consejo y a favor de la alternativa, y lo que es seguro es que entre los pequeños accionistas que se movilizaron estuvieron los que querían apoyar a Badiola. En cualquier caso, una Junta de Accionistas debe aceptar los resultados porque los grandes y los pequeños no tienen el mismo poder, pero sí el mismo derecho para votar qué es lo que consideran mejor para la entidad en la que han puesto su dinero. Y en la Real los pequeños accionistas tienen la mayoría de los títulos y si ayer hubo un cambio es porque ellos también lo han querido.
Si se comparan los datos con la Junta del 17 de junio llama la atención que participaran 704 personas más -de 1.016 se pasó a 1.720- y, sin embargo, acudían con 1.448 acciones menos -de las 16.976 se pasó a las 15.528-, a las que hay que sumar las 56.520 acciones que participaron como representadas. Ese dato invita a pensar que todo lo que se vio no fue fruto de la casualidad y que se repartieron acciones entre un mayor número de personas asistentes con el objetivo de fomentar todo lo lamentable que pasó en la Junta.
Porque tras la cita del 17 de junio el portavoz Luis María Antoñana apuntó a los paquetes de accionistas mayoritarios para justificar el resultado de las votaciones de entonces, en las que un 57% de los accionistas rechazó todas las propuestas del Consejo y un 34% votó a favor. En la Junta del sábado participaron 18.356 títulos más que el 17 de junio y el porcentaje de acciones que votaron la remoción del Consejo subió hasta un 58,69% de las participantes. Las que apoyaron a Badiola fueron un 36,73%. Datos muy similares con la participación de muchos más accionistas, casi fueron el doble, porque de los 3.063 se pasó a los 5.887. Sería interesante saber cuantos no accionistas acudieron al velódromo y cómo se produjo esa delegación.
Pero lo más grave fue la falta de respeto hacia aquellos que se han posicionado en contra de Iñaki Badiola y, especialmente, a los que han dado el paso para sustituirle y tratar de evitar una desaparición de la entidad que con él parecía segura, porque estaba enfrentado a casi todos los agentes con los que un Consejo debe llegar a acuerdos para reconducir la grave situación del club. Está enfrentado a casi todos, menos a los aficionados que le apoyan y que merecen el mismo respeto que los que se posicionan en sentido contrario.
Centenares de ellos se comportaron de manera inaceptable en la Junta porque no respetar e intentar agredir a otros accionistas es no respetarse a sí mismos como accionistas. El problema no es que no aceptaran el sábado el resultado, sino lo que van a hacer a partir de ahora. Hay llamamientos a todo tipo de concentraciones y presiones para amedrentar a los nuevos consejeros. Hasta personas críticas con el Consejo censuraban también, dentro de su dolor por lo que veían, la tardía aparición de la alternativa. Pero que nadie se engañe, no hubiera pasado nada diferente. No hay que olvidar que hasta dos semanas antes no se sabía si se iba a celebrar la Junta y hasta el día anterior no se confirmó su escenario. Lo que pasó estaba anunciado. Antes de que los accionistas recibieran en sus casas su documentación, todos sabían que se iba a plantear una remoción y que con ella se presentaría una alternativa. Todos ellos pudieron votar, delegar y actuar con conocimiento de causa.
Jokin Aperribai señaló tras ser elegidos los miembros de su candidatura que «tenemos que hacer un ejercicio para la regeneración social y económica. Estos seis meses tenemos este problema y el lunes empezaremos a trabajar. Esperemos que lo vivido hoy no se repita y nos dejen trabajar en paz, que es lo más importante para la Real Sociedad. No son momentos agradables y ésta no tiene que ser la imagen del club, no se pueden vivir esos momentos en una Junta General. Hay que hacer un ejercicio de serenidad, tienen que desparecer estos momentos de nuestra historia. Quiero pensar que no representa a la gran mayoría del accionariado. Hemos ganado una votación y la hemos ganado con claridad. El accionariado, el presente y el no presente, quería un cambio en la Real, un cambio enjuiciado al problema económico que tenemos para salvar esta situación muy crítica».
Pero más significativas que las palabras de Jokin Aperribai fueron las de la nueva consejera Nekane Soria: «Ha sido increíble, vergonzoso. La imagen de la Real no puede ser ésta. Debemos pensar todos en unirnos con la Real. Todos tenemos que hacer una reflexión porque esto no es normal para una sociedad como la guipuzcoana. Que unos vayan en contra de otros es muy malo. En una Junta de Accionistas se juega el futuro de la Real y todos debemos unirnos para sacarla de donde está y no ir uno en contra de otro. Ha habido una votación, hemos ganado, gustará o no, pero la gente no se puede poner así. Nos sentaremos a hablar con todos y todos debemos poner de nuestra parte. Cosas que han pasado hoy hay que olvidarlas y nos tenemos que juntar a favor de la Real. Lo más importante es la Real. La solución es hablar con tranquilidad. No podemos seguir así. O vamos todos juntos o no vamos a ningún sitio».
Una reflexión que debe compartir toda la Real. Está en juego su futuro, su imagen y el derecho de los accionistas a poder decidir. Todas las personas críticas con el Consejo de Badiola lo han manifestado donde deben hacerlo, en una Junta, nunca en el estadio. A partir de ahora la estrategia previsible será la de trasladar la crispación al estadio cada vez que juegue la Real y eso sólo dificultará el trabajo de una plantilla que el sábado estaba muy feliz... y no sólo por ganar al Salamanca.
Los jugadores y técnicos que han sido capaces de colocar a la Real tan cerca del ascenso a pesar de las pésimas condiciones en las que han tenido que trabajar necesitaban y agradecen el cambio como casi todos los que conocen la realidad del club. Los jugadores son los «fácticos» en el mundo del fútbol y en la Real tenemos la suerte de estar representados por unos «fácticos» tan comprometidos con este club que Badiola dejó al grueso de la plantilla en mal lugar en la Junta dibujando una división que no existe dentro del vestuario a pesar de sus intentos. Ellos son los primeros dispuestos a ayudar a la Real económica y deportivamente, porque la única forma de cuadrar el presupuesto y cerrar las heridas que se evidenciaron el sábado es renunciar a una parte de sus ingresos y conseguir el ascenso a Primera. Y esto no será fácil porque el desastre que ha sido este año el club se ha reflejado en la configuración de una plantilla más cara y limitada que la del año pasado. Si además los seguidores de Badiola tienen en Anoeta una actitud que no han tenido sus críticos, el objetivo será más complicado todavía.
Porque no vale con confiar todo a que la Real ascienda a Primera en junio. El futuro de un club no se puede jugar a la ruleta rusa de un ascenso. La Real está en claro peligro de liquidación y necesita equilibrar el «no presupuesto». Y para ello las personas que pedían el cambio van a ser consecuentes y les van a apoyar no con palabras, sino rebajando sueldos, aceptando acuerdos y buscando soluciones. Los que cobran de la Real son los más interesados en que no desaparezca. Y aquellos que han querido influir en este club deben dejar de hacerlo para no alimentar más la crispación. La única forma para conseguirlo es que la Real sea un club fuerte, unido y que no dé más espectáculos como el del sábado.