Una de las ausencias más sentidas en Euskal Herria es la de presos y huidos por motivos políticos. En el caso de los presos concurre además la crueldad de la política penitenciaria a la que son sometidos, la utilización con fines políticos de quien se encuentra indefenso. La aplicación en la práctica de la cadena perpetua o el mantenimiento en prisión de los presos gravemente enfermos son, si no las únicas, sí las más flagrantes muestras de esa crueldad que conlleva cambios ilimitados en la legislación penitenciaria o directamente el incumplimiento de la misma. De los últimos cuatro presos excarcelados por padecer enfermedades graves, tres de ellos son sometidos a restricciones. Precisamente el Colectivo de Presos Políticos Vascos se felicita por la liberación de Pello Sanchez, Mikel Ibañez, Anjel Figeroa y Marilo Gorostiaga, si bien denuncia la aplicación de la «prisión atenuada» a los tres últimos. No obstante, los presos vascos afirman que aceptan esa «prisión atenuada» porque quieren vivos a sus compañeros. Esa prioridad del Colectivo de Presos pone de manifiesto la utilización de los presos, de su enfermedad, como arma política, lo que es difícil de entender fuera de una lógica de venganza y en modo alguno en la de un estado de Derecho. Así lo perciben los escritores vascos que ayer se adherían a la próxima manifestación en favor de los derechos de los presos en Bilbo.