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Gorka Andraka

Las penas primero

 

Paradojas del sistema capitalista. La libertad cautiva, encierra. Cuanto más libres, más cárceles. Y más llenas. A este desenfrenado paso, llegará el día en que seamos más dentro que fuera. Por primera vez en su historia, el 1% de la población estadounidense, dos millones y medio de personas, está presa. La tierra del liberalismo infinito presenta la tasa de encarcelados más alta del mundo.

Por aquí también presumimos de libertades. El Estado español ostenta este año, tras desbancar a Gran Bretaña, la tasa de reclusos más alta de Europa: 157 por cada 100.000 habitantes. En la última década, su comunidad penitenciaria ha aumentado un 60%, una media de 4.000 internos por año. En 2008, serán 7.000. Y no hay cama libre para tanta gente. Para 2012, el Gobierno español construirá once prisiones, alrededor de 9.000 celdas. Cada nuevo catre enchironado costará 120.000 euros, manutención de los presos y sueldos de sus carceleros aparte. La libertad vale mucho y se paga muy cara.

Quien hace la ley, hace la cárcel, la trampa. Los Presupuestos Generales del Estado de 2009 consideran las obras de construcción y reforma de las prisiones «de interés general». Siempre que el Gobierno quiera, no habrán de someterse a evaluaciones de impacto ambiental. Da igual dónde se levanten. Como los nuevos presidios de Iruña de Oca, en Araba, y Santa Lucía, en Nafarroa, los dos primeros indultados. Ambos, finalmente, ocuparán espacios naturales protegidos porque su construcción es «urgente y perentoria». ¡Salvemos a los presos! ¡Repoblemos con cárceles los pueblos! ¡Apadrinemos bebés cautivos! Nuestra libertad siempre merece la pena.

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