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Raimundo Fitero

Atmósfera navideña

Las burbujitas superan el enclaustramiento de la botella, suben por los conductos nasales hasta instalarse en algún rincón de la bodega de las neurosis aplazadas, se expanden descendiendo en vertical hasta hacer cosquillas en la planta de los pies y vuelven a la atmósfera convertida en eructos minúsculos que se incrustan en el ambiente peleando con los reflujos de las bombillas y las canciones de época. En esta atmósfera tan propicia al hiato, la televisión es parte del paisaje, una suerte de nacimiento en movimiento constante, una caja que nos aporta ruidos y declaraciones.

Y de repente entendemos mejor nuestro lugar en el mundo, la esquina que nos corresponde en el reparto de las nuevas cartografías sociales, y mirando encontramos a almas errantes que salen en noticiarios como complemento indirecto a los noticiarios monárquicos, acríticos y bélicos: los sin techo celebrando con su guitarra la bondad del prójimo que no les llevan a sus manteles pero les regalan una botella de sidra con gaita, que más que una dádiva es un insulto. Viendo a los excluidos intentan que nos integremos más en la cinta sin fin de lo que suponen es la vida buena, la buena vida, la vida maquillada, la de la hipoteca, el plan de pensiones y las regulaciones de empleo.

La sucesión de personalidades y gobernantes empeñados en marcarnos el ritmo que aparecen y desaparecen en breves segundos o en eternos minutos de tu pantalla va dejando un hueco donde se cuelan noticias genuinas de la atmósfera navideña. Una mujer militar le pega un tiro a su padre en Extremadura. Un individuo vestido de Papa Nöel se carga a unos cuentos en Los Ángeles antes de darse pasaporte, completando su gran día navideño, matar a uno de esos personajes que simbolizan el consumo uniformado y universalista. Es una noticia que parece una película o un relato de navidad en claroscuro. Inmediatamente nos cuentan que va a viajar al espacio exterior un hombre diabético, y que es un vasco que ha sido alpinista. Un logro histórico. Sin selecciones nacionales pero con el primer diabético en la plataforma espacial. Un buen slogan electoral en esta atmósfera navideña.

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