Renzo Piano, la arquitectura «verde» como inspiración
Cuando en 1971 el italiano Renzo Piano ganó el concurso para construir el centro Pompidou de París, el que ha terminado siendo conocido como Beaubourg, a aquella cápsula transparente se le dijo de todo, menos bonita. Sin embargo, se ha convertido en la imagen de la ciudad, casi tanto como la torre Eiffel, y Piano, en un arquitecto casi mítico.
Emmanuelle ANDREANI | GÉNOVA
Para Renzo Piano, el gran arquitecto italiano universalmente conocido, la protección medioambiental, lejos de ser una limitación, debe ser una «fuente de inspiración». «Descubrimos que la tierra es frágil: ¿pero, obligatoriamente debemos vivirlo como si fuera un drama?», finge interrogarse el arquitecto, cuyo último trabajo, el edificio que acoge la Academia de las Ciencias de San Francisco, recibió el pasado otoño la nota más elevada jamás otorgada a un museo por el Green Building Council, la agencia estadounidense que evalúa las construcciones «verdes».
«Las limitaciones vinculadas al medio ambiente no deben ser vividas como una mutilación de la libertad. La ecología puede convertirse en una bella fuente de inspiración y en una oportunidad enorme», afirma el «padre» del centro Pompidou, conocido popularmente como Beaubourg, de París, interrogado en su estudio de Génova, en el noroeste de Italia.
«Los arquitectos deben saber interpretar las evoluciones de su época y vivir de acuerdo con el tiempo que les toca vivir. El museo de San Francisco es una interpretación de la revolución verde que ya está en marcha», agrega Renzo Piano, quien, a sus 71 años, fue galardonado en 1998 con el «Nobel» de la arquitectura y con el premio Pritzker. El edificio, inaugurado este verano, multiplica las innovaciones ecológicas: el aislamiento está hecho a partir de vaqueros reciclados, el tejado está rodeado por captadores fotovoltaicos con los que se abastece un 10% la energía consumida por el sitio, y está recubierto con un jardín lujurioso, donde los visitadores pueden pasear.
«Nuestro deber es transformar de modo poético los códigos de este lenguaje ecológico, con el fin de aunar el respeto al medio ambiente con la belleza», subraya este hombre de barba entrecana, que tiene unos andares que recuerdan a un capitán de barco.
Medio ambiente
En su estudio, construido hace una quincena de años en lo alto de un acantilado que domina el mar, el arquitecto muestra el tejado de vidrio, que capta los rayos del sol para calentar e iluminar así las habitaciones, difundiendo un calor agradable y natural. «¡Estamos en pleno diciembre pero, sin embargo, no hay calentamiento!», se regocija Renzo Piano, que divide su vida entre Génova, París y Nueva York, donde acaba de abrir una agencia con el fin de administrar mejor sus numerosos proyectos en los Estados Unidos, como es el caso de la ampliación del campus de Columbia University o el museo de la Universidad de Harvard de Boston, entre otros.
«El arquitecto debe sentirse responsable respecto al medio ambiente, sobre todo porque su trabajo dura en el tiempo y él deberá continuar ocupándose de sus obras mientras dure su vida», persigue Renzo Piano. «Yo mismo paso una buena parte de mi vida viajando para ver cómo están mis creaciones, esparcidas por cualquier parte del mundo. Me gusta llamarlas mis `niños'», narra. Renzo Piano ha firmado decenas de obras en todas las partes del mundo, en Europa, en particular en el Estado francés (Centro Pompidou, la Ciudad Internacional de Lyon) y en Italia (sala de audiciones en Roma, puerto de Génova), así como en Japón (aeropuerto de Kansai), y en los Estados Unidos (sede del «New York Times», Menil Collection en Houston).
Sobre la crisis económica, que particularmente forzó el periódico estadounidense «New York Times» a hipotecr su nueva sede, el arquitecto italiano se muestra sereno: «Si mi edificio puede ayudar al grupo y servir para amortiguar la crisis, no me molesta en absoluto, al contrario».
«Yo doy origen, creo los edificios, pero después estos deben llevar su propia vida», concluye, antes de añadir: «Cuando acabo una obra, me pregunto siempre: ¿acaso va a ser feliz?».
«Los arquitectos deben saber interpretar las evoluciones de su época y vivir de acuerdo con el tiempo que les toca vivir. El museo de San Francisco es una interpretación de la revolución verde que ya está en marcha».