«Lograr que un robot se enamore no aportaría nada a su mejor funcionamiento»
Conocido divulgador científico y de nuevo asesor del Kutxaespacio de Donostia del que fue máximo responsable, acaba de publicar el libro ``El robot enamorado'' (Ed.Ariel), una apasionante introducción al mundo de la Inteligencia Artificial, donde su autor destierra mitos y aporta las claves para conocer el mundo de robots que nos viene.
¿Llegarán a enamorarse un día los robots?
La respuesta depende de lo que consideremos enamorarse. En mi libro cuento una anécdota, en la que más o menos se viene a decir que uno de los primeros ordenadores electrónicos cada vez que pasaba una chica determinada por
delante suyo se estropeaba. La primera vez no se le dio importancia, la segunda un poco, y a partir de la tercera se empezó a decir que el ordenador, el robot, estaba enamorado de la chica. Resultó que la explicación era muy sencilla: la chica llevaba una combinación de nailon que, como todos sabemos, al frotarse produce chispas. Y eran esas chispas las que producían la interferencia, vamos, el «enamoramiento» del computador.
Entonces... ¿llegarán a enamorarse?
En la llamada programación evolutiva normamente hay dos «sexos» que se combinan para producir unos hijos... Hoy por hoy, la unión de sexos es al azar pero si creásemos algoritmos para decidir el mejor partner sexual, podríamos hablar de enamoramiento. Ahora bien, si de lo que estamos hablando es de algo similar a lo que ocurre en el ser humano, probablemente la respuesta sea que tal vez, pero no pronto,
puesto que no parece que aporte nada para el mejor funcionamiento de una
herramienta. No nos olvidemos de que lo que construiremos serán máquinas que
lo hagan mejor que nosotros en alguna tarea específica. No veo la necesidad
de reproducir a un ser humano. Seres humanos tenemos muchos. Lo que
necesitamos son máquinas que lo hagan mejor en tareas específicas. Pero cuando digo mejor que nosotros hay que matizar que mejor que nosotros cada robot en una
tarea concreta, no un robot mejor que nosotros en todo.
Lo cierto es que hoy los robots con forma humana se nos presentan en los medios de comunicación como curiosidades. Pero, ¿está mas cerca de lo que pensamos el momento en que se conviertan en algo mucho más cotidiano?
Hace unos cuatro años que vi en el Instituto Fraunhofer de Alemania un robot con pinta
humanoide, aunque con ruedas, que ante una orden verbal como «tráeme una
cerveza», iba al frigorífico, lo abría, cogía la cerveza y la llevaba al lugar donde se la habían pedido. Es verdad que había algunos trucos: el frigorífico estaba preparado para que se abriera cuando el robot pisaba encima de un botón, y distinguía las botellas por el color. Él no sabía si era una cerveza o una botella de leche; simplemente, sabía que la cerveza era la de color verde. Y eso ya lo vi hace cuatro años. Hoy, no estaremos muy lejos de que empiecen a ayudar a las personas dependientes, porque creo que uno de los aspectos en el que más avanzarán será en el de la ayuda a las personas discapacitadas. Lamentablemente, todavía son muy caros. Pero ya sabemos que en electrónica todo baja de precio rápidamente. Ya hay robots que aspiran una casa razonablemente bien y cuyo precio está por debajo de los 600 euros. Y es que una vez que el
robot se haya introducido en el campo de la sanidad-dependencia, su llegada a las tareas
cotidianas del hogar no tardará mucho.
¿Qué llegarán a hacer por nosotros?
De todo. Hoy ya hacen mejor que nosotros tareas como soldar, cortar, extraer
minerales, ayudar en operaciones quirúrgicas con movimientos más precisos e, incluso, imposibles para la mano humana... Todo lo referente a fuerza y a
tareas repetitivas lo hacen muy bien. Una de sus grandes limitaciones es la
ausencia de cierta inteligencia general y tener un poco de sentido común. La inteligencia general les serviría para ser capaces de darse cuenta de que una nueva tarea es muy similar a una que ya sabe hacer y adaptarse para hacerla.
¿Estamos jugando a ser dioses?
No lo creo; más bien estamos entendiendo lo que es la inteligencia. Y toda la larga historia de la Inteligencia Artificial, más de 50 años, nos ha dado grandes sorpresas sobre lo que es inteligencia y lo que no lo es. Y no sólo sobre eso, también nos ha dado grandes sorpresas sobre lo que es fácil y lo que es difícil. Por ejemplo, en los años 50 se
pensaba que traducir era muy sencillo y vencer a un campeón mundial de
ajedrez era muy difícil. Hoy las máquinas vencen a los campeones mundiales de
ajedrez, pero no son capaces de traducir. Estábamos absolutamente equivocados
en nuestra percepción de lo que es fácil y difícil. En el libro hay un capítulo dedicado a este tema, con anécdotas muy interesantes. El mensaje final es sencillo: si tenemos maquinaria neuronal para hacer una tarea, nos parece sencilla, si no la tenemos nos parece difícil. Al final, traducir o andar son tareas difíciles... resolver ecuaciones diferenciales, el ajedrez o inventar nuevas antenas es fácil...J. V.⏴