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Raimundo Fitero

La rica impostura

Si un árbitro de fútbol se pasa un mes en lo que denominan la «nevera», que significa una especie de castigo secreto, es decir nadie sabe que está sancionado, ni existe acta, simplemente se le quita los partidos que debía arbitrar y durante unas semanas no viaja, ni cobra sueldo, ni dietas, puede considerarse un perseguido, una víctima de un sistema, o como el caso que nos ocupa con Osasuna como protagonista un simple impostor que ahora fingirá mucho dolor pero que seguro el dinero que deje de ganar lo tiene compensado por formar parte de la historia reciente de un club de fútbol que sabe que tiene un estribillo universal «así, así, así gana el madrí».

De los acontecimientos sucedidos en el partido de marras y de la actitud del susodicho árbitro, me gustaría destacar la frase: «la tele te la metes por el culo», dicho por ese chulo ante una consideración de un jugador rojillo para recordarle que la televisión, aquello que se llamó moviola, le iba a hacer sonrojarse. La tele metida por el culo es una frase muy despreciativa y una recomendación criminal. Peor es darle al invento una entidad que sin lugar a dudas, y en estos asuntos, tiene un peso fundamental, y se va fundamento la leyenda a base de repeticiones varias de las jugadas más conflictivas.

Los impostores abundan, y en televisión a montones, pero en Cuatro nos podemos encontrar en «Esto no son las noticias» al mejor impostor de estos tiempos televisivos, radiofónicos, periodísticos o librescos, el apóstol de un concepto «cocina para impostores», que empieza a crear una escuela fantástica. Su espectro televisivo, su nombre de firma es Falsarius Chef, y esconde bajo unas gafas y nariz postizas a un cachondo ilustrado, a un gastrónomo popular, a alguien que vive de las marcas blancas, de las ofertas, de las combinaciones inverosímiles con productos del lumpem gastronómico. Es divertido, y sus propuestas son viables, y algunas muy ricas, y su cocina está, realmente, al abasto de cualquiera. Este impostor no está en la nevera, sino que vive junto a ella, para deleitarnos. Solamente le faltaba a la televisión un impostor más en el apartado gastronómico. Tiene miga.

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