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Ariane Kamio Periodista

Ya ha venido, pero no sé si llegará

Un enfado o escasos minutos de ira incontenida pueden convertirse en argumento suficiente para cambiar la dirección de algo que parecía tradicionalmente encarrilado y sin posibilidad de ser víctima de un «desvío accidental». Son sensaciones controvertidas, que sorprenden con su llegada, pero que saben ser agradecidas en cuanto se les da un pequeño voto de confianza. Cosas que, de manera improvisada, surgen a la vez que flotan en un entorno que poco a poco va agrupándose y aunando fuerzas por si las vacas flacas deciden apostarse algún día junto a ese círculo.

Ha tenido que ser en el cuadragésimo cuarto intento, nada más y nada menos. La puntería no es algo fácil de afinar y, en ocasiones, es una virtud inapreciable para muchos, un hecho que se respira en cualquier rincón del planeta. No me atrevería a decir que los intentos anteriores fueran fallidos, sobre todo por que desconozco cuál fue la parabólica -o diabólica- trayectoria que tuvo cada «lanzamiento», pero quizás este pueda ser diferente, o eso dicen. No obstante, a estas alturas del partido y, cuando el reloj corre en contra de todos, no es de recibo ir en contra de lo que ha pitado el árbitro y coger un histórico berrinche que deje boquiabierto al público. Hay que seguir jugando, e intentar caer dentro de la red.

Me cayó bien su peluquero, su barrio, su casa, sus vecinos... Se asemejaba a un entorno familiar, lejano a los grandes despilfarros a los que se asocia a este tipo de personas, sencillo, humano, humilde, serio... y demás calificativos.

A las 18:06 (hora en Euskal Herria) dijeron que llegó el cambio. ¿Qué cambio? Parece que ya ha venido, pero todavía no sabemos si llegará. Se abre una puerta para cerrar otra, y tiene en su mano las llaves de las siguientes, y de las siguientes, y de las siguientes... Pero ésas también hay que abrirlas, aunque tengan doble refuerzo y estén custodiadas por forzudos inamovibles. De momento, sólo nos queda observar por la mirilla, y comenzar a recordar qué estuvimos haciendo mientras Barack Obama juraba su cargo en Washington.

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