Nunca antes un presidente de Estados Unidos se despidió con cotas de popularidad más bajas, y nunca antes su sucesor acumuló tal nivel de expectativas y reunió a una multitud como la de ayer en Washington. Quizás por eso, Barack Obama tomó el cargo con un discurso en el que destacaron los contrastes con la política de su predecesor. Las palabras van por otro lado; los hechos, ya se verá.

Fue en el ámbito de la política internacional en el que más clara quedó la diferencia. Frente al unilateralismo y la ruptura de la legalidad internacional preconizados por la Administración Bush, Obama se dirigió al mundo, sabedor de que era escuchado como nadie antes, para indicar lo siguiente: «Sabed que Estados Unidos es un amigo de cada nación y cada hombre, mujer y niño que busca un futuro de paz y dignidad, y que estamos listos para ser líderes una vez más».

El nuevo inquilino de la Casa Blanca habló en clave de cooperación. Para ello, dijo a sus conciudadanos que en su día Estados Unidos combatió al fascis- mo y al comunismo «con alianzas sólidas y convicciones duraderas». Y se dirigió específicamente al «mundo musulmán» para proponerle «respeto mutuo y trabajo conjunto». No obstante, en otros puntos de su discursos también dejó claro que Estados Unidos «está en guerra» y se dirigió a un enemigo difuso en estos términos: «Sabed que estáis en el lado equivocado de la historia, pero que os tenderemos la mano si estáis dispuestos a abrir el puño».

El nuevo presidente, que promete cerrar Guantánamo, también rechazó como una dicotomía falsa la ligazón entre segu- ridad y pérdida de derechos; en su argot, «ideales».

«Irresponsabilidad» en la crisis

La crisis económica fue el otro pilar de la primera intervención de Obama como presidente, que apenas se prolongó más allá de un cuarto de hora. Y también aquí quiso romper amarras con el denostado Bush. «Nuestra economía está muy debilitada, como consecuencia de la avaricia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por el fracaso colectivo en tomar las decisiones difíciles», opinó.

Obama alertó de que la prosperidad no puede gestionarse sólo «en beneficio de los prósperos», y abogó por estar «ojo avizor» ante estas prácticas. Citó también el cambio climático.

A partir de hoy, no sólo tiene la palabra; también el poder.