Primer día de... ¿una nueva era?
Obama toma su primera decisión sobre Guantánamo
Tras el clímax y las celebraciones, Barack Hussein Obama se enfrenta ya a la realidad, y con él EEUU y medio mundo. En su discurso de investidura, prometió «empezar de nuevo el trabajo de rehacer América». Se enfrenta a la peor situación económica en décadas y al menos a dos guerras en el exterior, lo que, inevitablemente, dejará rápidamente en segundo plano el hecho histórico de que un hombre a cuyo padre no habrían servido en un restaurante de Estados Unidos hace menos de 60 años sea hoy presidente de ese país. Obama comenzó ya ayer a tomar sus primeras decisiones.
GARA | WASHINGTON
Barack Obama no ha tardado en tomar su primera decisión como presidente número 44 de Estados Unidos. Horas después de jurar su cargo, pidió la congelación durante cuatro meses de los procesos judiciales contra las personas detenidas en la base militar de Guantánamo.
«Con el objetivo de dar tiempo al recién nombrado presidente y su Administración para que revise las comisiones militares, el secretario de Defensa busca, por orden del presidente, suspender los casos pendientes durante 120 días», declaró el fiscal Clay Trivett en una nota remitida a los jueces implicados.
La petición presidencial, obviamente, no cayó en saco roto. Ayer mismo, el juez militar Patrick Parrish congeló los procedimientos contra el joven canadiense Omar Khadr, detenido cuando tenía 15 años. Le acusan de haber matado a un soldado estadounidense en un enfrentamiento en Afganistán.
Su abogado, el comandante William Kuebler, valoró positivamente esta iniciativa, cuya «consecuencia práctica es la sentencia a muerte de este sistema judicial». «No habrá más tribunales militares en Guantánamo», auguró.
Poco después, el magistrado Stephen Henley hizo otro tanto con el proceso contra los cinco acusados por los atentados del 11-S. No obstante, cuatro de ellos -Khaled Cheik Mohammed, Ali Abd al Aziz, Wallid ben Attash y Mustapha Ahmed al-Hawsawi- se opusieron a la suspensión.
Los llamados «tribunales militares» fueron creados en 2002 bajo la Administración republicana para juzgar a las personas retenidas en Guantánamo, símbolo mundial de los abusos cometidos por Estados Unidos. En la actualidad, hay unos 245 presos y 21 procesos en curso.
Bush siempre defendió su vigencia y utilidad, haciendo caso omiso de las exigencias de activistas de derechos humanos y abogados que reclaman el archivo de las causas y la aplicación del sistema judicial ordinario.
En su última rueda de prensa en la Casa Blanca el 12 de enero, dijo estar en «completo desacuerdo con la idea de que la moral ha resultado dañada. Puede que algunas personas de élite no lo entiendan, pero el pueblo todavía comprende los valores de libertad de América, un país que proporciona mucha esperanza».
El futuro del campo de detención de Guantánamo es una de las diez prioridades de la nueva Administración. En vísperas de la investidura, fuentes próximas a Obama indicaron que uno de los primeros anuncios del presidente estaría directamente relacionado con la base militar.
Filtraciones de fuentes cercanas al Gobierno hablaban ayer de la existencia de una orden para su clausura, si bien todavía no hay un anuncio oficial. La agencia Reuters afirmó haber tenido acceso a un documento que fija en un año la fecha de cierre.
«El presidente Obama entendió claramente que en nada beneficia el comienzo de su Presidencia con el espectáculo de procesos injustos y caóticos en los tribunales militares», sostuvo Joanne Mariner, de Human Rights Watch (HRW). «La confusión y la incertidumbre que hemos visto repetidas veces en Guantánamo refleja la naturaleza `ad hoc'» de estos procesos militares», denunció.
Visto desde la UE
Desde Bruselas, el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Justicia, Libertad y Seguridad, Jacques Barrot, subrayó que «ahora se podrá aclarar rápidamente cuál es la situación de los prisioneros de Guantánamo. Cada persona debe tener el derecho a defenderse».
Preguntado sobre la posibilidad de que países de la UE acojan a parte de los presos, su portavoz, Michele Cercone, pasó la pelota a Washington. «Estaremos atentos a lo que diga el presidente Obama. Creo que es muy pronto para entrar en detalles concretos», comentó.
El portavoz comunitario Johannes Laitenberger rechazó incluso la adopción de una postura común de la UE. Afirmó que «la acogida de presos es una decisión de los estados miembros».
Por su parte, el Gobierno irlandés indicó que estaría dispuesto a acoger a algunos presos siempre y cuando haya un acuerdo entre la UE y EEUU. Su ministro de Justicia, Dermot Ahern, subrayó que Obama ha creado «un nuevo contexto».
Para Jamil Dakwar, miembro de ACLU -asociación estadounidense de defensa de las libertades civiles-, la suspensión cautelar de los expedientes «abre una etapa positiva que nos lleva en la dirección correcta».
El jurista suizo y autor de varios informes sobre las vuelos y cárceles secretas de la CIA, Dick Marty, consideró que el problema es que «no se sabe cómo cerrar Guantánamo». Por ello, instó a «todos los países europeos que criticaron su existencia a hacer un esfuerzo y dar asilo a los presos del campo militar».
La situación, en su opinión, es cuanto menos «kafkiana». Estados Unidos «difícilmente» puede acogerlos porque se expondría a «complicaciones jurídicas ya que podrían pedir compensaciones económicas por haber sido detenidos ilegalmente». En el plano estrictamente jurídico, tampoco les pueden aplicar los derechos recogidos en el Convenio de Ginebra porque técnicamente son «combatientes enemigos», término inventado por Washington para no someterse a dicho convenio y otorgarles los derechos que les corresponden como «prisioneros de guerra».
Otro de los anuncios importantes que hizo Obama en su primera jornada como presidente fue la congelación de los salarios de los altos funcionarios de la Casa Blanca dentro de un plan mayor para dar mayor transparencia a su Administración.
«Las familias estadounidenses se están apretando el cinturón y nosotros tenemos que hacer lo mismo», manifestó. La medida afectará sólo a quienes ganen más de 100.000 dólares anuales.
Además, los empleados gubernamentales no podrán ser contratados por ningún grupo de presión durante los primeros dos años y la Casa Blanca tampoco aceptará regalos de esos grupos en un intento por restaurar la confianza de los ciudadanos. «La transparencia y el cumplimiento de la ley serán un de las señas de identidad de mi nueva Administración», afirmó.
Los funcionarios «no sólo tendrán que obedecer su letra sino también su espíritu», insistió Obama. Asimismo, criticó el «excesivo secretismo» de la Administración anterior, que según él, «si había un argumento plausible para no proporcionar información, no la daba».
En política exterior, centró su atención en Oriente Medio. Desde su Despacho Oval llamó por teléfono al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, al primer ministro israelí en funciones, Ehud Olmert, al presidente egipcio, Hosni Mubarak, y al rey de Jordania, Abdalá II.
Pese a las críticas por su prolongado silencio, ayer tampoco hizo referencia alguna a la ofensiva israelí contra la Franja de Gaza, que ha dejado más de 1.400 palestinos muertos.
Lo que sí hizo fue proponer al senador ya retirado George Mitchell para el cargo de enviado para Oriente Medio. Mitchell, de madre libanesa y padre irlandés, jugó un papel importante en las conversaciones de paz en el norte de Irlanda.
«El Gobierno va a funcionar»
En una declaración en exclusiva a la cadena ABC News, aseguró que «el Gobierno va a funcionar. Haremos que funcione. En último término será la unión del pueblo americano lo que determinará lo que logramos y cómo conseguimos superar algunos de los difíciles retos».
Sobre la investidura, subrayó que lo que recordará por encima de todo es a los estadounidenses. «Creo que se trata más del modo en el que han hecho esto que sobre una elección», manifestó en el baile en el Washington Convention Center.
«Uno tiene la sensación de que los niños se están replanteando sus prioridades, los vecinos están comenzando a pensar el uno del otro de forma diferente y ese tipo de espíritu», señaló.
El de ayer fue un día largo para los Obama, que pese a la apretada agenda no pasaron por alto el tradicional servicio religioso en la Catedral.