Aprobados los presupuestos, acabada la legislatura y a la espera de elecciones conviene mirar dónde se gastará el dinero público este año. A propósito de la nada despreciable cifra de 10.487 millones de euros repartida en una espectacular tarta triangular sin que ninguno de esos triángulos contemple lo que los colocados «y los sobrados» llaman «el chocolate del loro» y que alberga bajo su extenso paraguas nada más ni nada menos que las fiestas, las comidas de trabajo, las cenas de ídem, los regalitos, los chocolatitos, los gastos de protocolo, los viajes, y demás prebendas a las que nuestros representantes se apuntan sin ningún rubor y sin miedo a la adicción.

Y digo yo, ahora en vísperas de unas nuevas elecciones ¿se le ocurrirá a alguno de los concurrentes, eliminar o por lo menos menguar tan sangrante práctica? ¿se darán cuenta de que con el monto de todas estas bagatelas se podían suprimir los maratones solidarios, quizá el Kilometroak, y prestar más ayuda de emergencia a colectivos más que desfavorecidos, léase viudas, guarderías...? Ojala sea así y nuestros representantes recuperen la sana costumbre de abonar sus dispendios de sus más que saneados emolumentos. Sean serios, cumplan lo que prometen, líbrennos del agravio comparativo que suponen ciertos comportamientos, que el pueblo se cansa. Les recuerdo que vienen elecciones. ¡Y si no al loro!