Que la dependencia del gas ruso debe reducirse y que hay que diversificar las fuentes de energía fueron las principales conclusiones de una cumbre en Budapest sobre el proyecto del gasoducto Nabucco que, sin embargo, no concretó plazos ni vías de financiación.

Los trece países europeos interesados en el proyecto expresaron su «profundo compromiso» con un proyecto cuya importancia ha quedado más patente que nunca tras la reciente «guerra del gas» entre Ucrania y Rusia.

El jefe de Gobierno checo y presidente de turno de la UE, Mirek Topolanek, urgió a que la obra se concrete y advirtió de que los planes rusos de construir vías de suministro alternativas a sus actuales rutas por el Báltico y Ucrania, es una amenaza a la iniciativa europea.