«Valkiria» El oficial nazi que atentó contra Hitler
Hollywood se interesa por primera vez por la figura del coronel Stauffenberg, al que la televisión y el cine alemanes ya habían retratado como un héroe de la resistencia interna contra Hitler. La provocativa novedad es que quien encarna al protagonista del fallido atentado es Tom Cruise, para lo que ha tenido que vencer una fuerte oposición.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Poco importa que «Valkiria» no haya entrado en la disputa por los Óscar, debido a los problemas de producción que han impedido el visionado a tiempo de los miembros de la Academia de Hollywood, porque la expectación en torno a la película sigue siendo máxima. El tema histórico de la conspiración contra Hit-ler está siendo objeto de debate al calor del estreno, a la vez que han salido a la luz las dos películas ya existentes sobre el fallido atentado ocurrido en 1944.
Con la oportuna anticipación, Divisa ha editado en DVD el clásico en blanco y negro de 1955 «Sucedió el 20 de julio», obra del maestro Georg W. Pabst y donde el papel del coronel Stauffenberg corría a cargo de Bernhard Wicki, el director de la mítica cinta antibelicista «El puente». Y hace tres días Antena 3 emitía la reciente realización para televisión «Operación Valkiria», en la que el protagonismo recae en Sebastian Koch. Lo importante es que la recreación de los hechos no difiere demasiado en ninguno de los tres títulos, equiparando la doble visión alemana cinematográfica y televisiva con la llevada a cabo ahora por Hollywood, en un caso sin precedentes.
Tom Cruise ha sabido germanizarse tal como la ocasión lo requería, y de ahí que la crítica cinematográfica alemana haya reconocido el buen hacer del actor y productor, pese a las objeciones y prejuicios previos al estreno. Al fin y al cabo ese es su trabajo, puesto que estaba obligado a meterse en la piel del coronel Stauffenberg y a pensar de acuerdo con las ideas por las que dio la vida.
El planteamiento del actual dueño del estudio United Artists consiste en darle la vuelta al cine bélico de Hollywood, que ha venido presentando a todos los alemanes que combatieron en la II Guerra Mundial como nazis. No deja de ser otra simplificación, pero resulta eficaz para romper con una tradición totalmente maniquea. El todopoderoso Cruise quiere transmitir al gran público la idea general de que hubo una resistencia interna en el Tercer Reich, aunque para los historiadores pase por ser un tipo de reivindicación muy poco matizada. Faltaría el pertinente debate sobre los objetivos finales del plan para derrocar a Hitler, en un momento en el que el bando aliado exigía la rendición incondicional del ejército alemán. Con el Führer eliminado, es lógico suponer que los términos de la negociación habrían sido otros, evitando la humillante derrota bélica de Alemania y la consiguiente pérdida de su poder estratégico en Europa.
«Valkiria» quiere asimismo acabar con otros tópicos relativos al cine comercial, que persisten a pesar de que a lo largo de los tiempos se han dado ejemplos puntuales para erradicarlos de una vez por todas. De un lado está la falsa creencia de que el público no va a ver en la pantalla películas basadas en historias reales, so pretexto de que ya se conoce el final. La prueba irrefutable de tanta reserva infundada es el éxito de «Titanic», casualmente la película más taquillera de la historia, por más que se supiera cómo iba a acabar el barco y su pasaje. De otro, la eterna sospecha de que de un rodaje accidentado solamente puede salir un fiasco de película, aún a sabiendas que «Casablanca», el clásico imprescindible para todo cinéfilo, surgió de una mala relación entre los miembros del equipo técnico y artístico, hasta el punto de que la mayoría de los implicados creyó que terminaría siendo un completo fracaso.
Hoy en día, en que se sigue a través de Internet mucho más de cerca las incidencias de cada filmación, se tiende a crear una sensación desastrosa de películas con problemas de producción, las cuales, una vez montadas, salvan airosas los peores augurios lanzados en la red. Basta con recordar el ridículo de la campaña organizada por los internautas contra la elección de Daniel Craig como nuevo James Bond.
Complicaciones
Es rigurosamente cierto, no obstante, que las complicaciones por las que ha atravesado la producción de «Valkiria» han sido tantas y de tal magnitud que es un verdadero milagro el verla acabada, para sorpresa de quien profetizaron una debacle y han tenido que rendirse ante su calidad artística, el rigor de la ambientación, las buenas interpretaciones con Tom Cruise al frente y la maestría narrativa para el suspense del director Bryan Singer. Para salvar el proyecto en su integridad ha habido que pagar un alto precio económico y humano, debido a que el presupuesto inicial de 75 millones se ha disparado casi hasta los 150, contando con los gastos de promoción, lo que le ha costado el puesto a la ejecutiva Paula Wagner, socia de Cruise en United Artists.
Hay más cantidades pendientes, como la procedente de la demanda interpuesta contra el estudio por el grupo de extras que sufrió un accidente en un transporte militar, y que exigen una indemnización por daños y perjuicios de once millones de dólares. Con todo, la perdida más sensible fue la del laboratorio, donde se destruyó una de las partes claves del material rodado. Esto hizo que se volvieran a rodar todas las escenas eliminadas, además del prólogo concerniente a la Campaña de África, cuando el coronel Stauffenberg resulta gravemente herido y pierde el ojo, así como varios dedos de una mano.
Una batalla ganada
Existe la sensación de que Tom Cruise ha ganado una batalla decisiva en su carrera cinematográfica, considerando los obstáculos que ha tenido que superar para protagonizar «Valkiria», sin ser despellejado por la crítica y cuantos le esperaban con las espadas desenvainadas. En «Tropic Thunder» demostró que sabe reírse de sí mismo y de quienes mandan en Hollywood, con una creación caricaturesca antológica.
«Valkiria» supone el reverso dramático, derivado de la capacidad incuestionable para asumir la responsabilidad de encarnar a un personaje real. Los herederos del verdadero Stauffenberg se opusieron desde el primer momento a que el norteamericano interpretase a su antepasado, considerado en Alemania como un héroe de la resistencia. Mantenían que era indigno que un representante de la Iglesia de la Cienciología, secta prohibida en el país germano, se atreviese a vestir el uniforme de un patriota que luchó contra el nazismo.
Pero, lo que son las cosas, Cruise ha salido airoso de tan enorme compromiso gracias al respeto con que aborda la figura del hombre que entró en la Guarida del Lobo y colocó la bomba que estuvo a punto de eliminar a Hitler. Después de todo se trata de un sentido homenaje, al que si algo cabe objetarle es la procedencia anglosajona de la práctica totalidad del reparto. Esto hace que la versión doblada al castellano, por una vez, no pueda ser criticada, dado que en la original los alemanes hablan en perfecto inglés. El curso de los acontecimientos quiso que los nazis no ganaran la guerra, porque, de lo contrario, estaríamos pagando la entrada para ver películas dobladas del alemán, y no del inglés.
En un reparto masculino como el de «Valkiria», por tratarse de una cinta histórica sobre militares, sobresale la figura imprescindible de Nina Von Stauffenberg, la mujer del protagonista. Ella tuvo que soportar el secretismo en el que se vio envuelto el conspirador, a pesar de que siempre quiso ser su confidente, para finalmente comprender el sacrificio de quien tanto la amaba. El papel es para la joven actriz holandesa Carice Van Houten, descubierta por Paul Verhoeven en «El libro negro», otra película sobre la resistencia contra el nazismo. Su salto a Hollywood ha sido con «Red de mentiras».
Las complicaciones a las que ha tenido que hacer frente la producción hacen que sea un milagro verla acabada. El precio económico y humano ha hecho que el presupuesto inicial de 75 millones se haya disparado hasta nada menos que los 150.
Los herederos del militar en el que se basa la película se opusieron a que Cruise lo interpretara, por creer que era indigno que un miembro de la Iglesia Cienciología encarnara a un patriota que luchó contra el nazismo.