En casi todos los noticiarios de las generalistas se establece una suerte de rebote del debate sobre la decisión del Tribunal Supremo según la cual no se puede objetar de la clase de Educación para la Ciudadanía. Si estuviera en edad de merecer la escolarización, objetaría de física y química, o de gimnasia, pero de EpC, no creo que ni le prestara atención. Como en otros casos escucharía sus intoxicaciones pensando en un bocata de chapas. Los fundamentalistas de las democracias absolutamente benefactoras y acríticas son malos para cualquier educación en la ciudadanía activa y responsable.

Esto de objetar de las asignaturas se va a poner de moda, seguro. Y también los objetores para enseñar asignaturas que no coincidan con sus gustos estéticos. Imagínese si enseñas literatura hispánica y tienes que hablar bien de Camilo José Cela. Aunque volviendo al asunto de EpC, está claro que los más reaccionarios quieren mantener el monopolio de la mentira, y no dejan a los pobres zapateristas que nos cuenten sus cuentos de una democracia vigilada y que toma decisiones judiciales preventivas. Tiene que ser bastante difícil enseñar EpC y explicar como un logro democrático que alguien no se pueda presen- tar a las elecciones porque unos cuantos sugieren que pueden estar contaminados por haber pensado que la independencia de Euskal Herria, es un poner, es posible. Y si una vez bebiste en un vaso donde seis años antes bebió alguien que decidió ponerse a acelerar el proceso independentista a base de ejercer la violencia política, entonces estás condenado de por vida a ser un no ciudadano.

Los no-ciudadanos vamos a objetar de la totalidad. Pero se lo decimos muy despacio para que nos entiendan: no se esfuercen, eso no es democrático. Y tú lo sabes y mientes, te mientes y te avergüenzas por dentro. Vosotros, los del pesebre peneuvítico, vosotros socialistas de pitiminí, dar un paso, ser valientes, salir del armario y decir que no se sostiene democráticamente anular candidaturas por simples sospechas. Y si queréis, haceros un favor democrático: boicotear vosotros las elecciones porque son tramposas, de batzoki y tamboril y sus resultados insostenibles.