Encuentro presidencial para abordar la integración y la crisis
La cumbre del Foro Social Mundial de Belem do Parà se colapsó el jueves con la presencia de los presidentes de Ecuador, Venezuela, Bolivia, Para- guay y Brasil, invitados para debatir, primero sin la presencia de Lula da Silva, sobre la integración latinoamericana y después sobre las medidas contra la crisis del capitalismo.
Agus HERNAN | Belem do Parà
«En América Latina se está construyendo hoy el nuevo socialismo del siglo XXI». Las palabras son de Rafel Correa, presidente de Ecuador, y las pronunció en el marco de su visita al Foro Social Mundial.
En referencia al «otro» foro, el de Davos (Suiza), este economista dijo que «debemos pedirles culpas por el desastre que han organizado en nombre del consenso de Washington, que se hizo entre cuatro, sin la participación de América Latina». No ahorró críticas a los reunidos en Suiza: «Los príncipes del capitalismo, ojalá que hagan un examen de conciencia y pidan disculpas al mundo», dijo. Su homólogo venezolano, Hugo Chávez, también se refirió a la cumbre económica para señalar que allí «se reúne el mundo que se muere, aquí se reúne el mundo que nace».
Junto a Correa se sentaron en la mesa Evo Morales, Hugo Chávez y Fernando Lugo presidentes de Bolivia, Venezuela y Paraguay respectivamente, y con ellos, representantes de una veintena movimientos sociales. Todos ellos participaron en un «Diálogo sobre la integración popular de nuestra América», organizado por el Movimiento Sin Tierra de Brasil, y del que excluyó al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, pero quien sí tomó parte, por la tarde, en un encuentro con sus cuatro colegas para discutir iniciativas comunes contra la crisis .
En el encuentro matutino, los cuatro mandatarios instaron a luchar por el «socialismo del siglo XXI», al que consideraron la única alternativa al «capitalismo que destroza a la humanidad». Correa definió este socialismo como «una construcción en el que la acción colectiva debe ser el motor, sin ningún tipo de exclusión, poniendo siempre delante al ser humano». Añadió que debe ser «un socialismo sin violencia, rechazando la lucha de clases». Pidió una «autocrítica» sobre lo que denominó el «socialismo tradicional», dado que éste «no cuestionó el esquema de desarrollo del capitalismo, sino que lo que hizo fue buscar maneras de llegar antes a este desarrollo».
Sin manuales
Animó a construir un «socialismo sin manuales, sin dogmas, porque no existe una medicina que sirva para todos los países» y citó el respeto al medio ambiente y al desarrollo sostenible y la igualdad de género como sus dos características.
La llegada escalonada de los aviones presidenciales permitió a Correa y, en menor medida, a Lugo ganarse a los presentes. Micrófono en mano, animaron la espera de Morales y Chávez con canciones de los años 70 y 80 en América Latina.
En el debate, tanto Morales como Chávez -que instó al Foro a pasar a la «ofensiva»- se refirieron a los cambios actuales como «una revolución democrática y popular», cuyos cuatro ejes son paz, vida, justicia y planeta tierra, según el líder cocalero. Fernando Lugo consideró que los cambios que se están operando en América Latina «no son fruto de una laboratorio, sino que fue una idea que fue germinando».
Ambos se refirieron a la cuestión palestina. El presidente de Paraguay recordó «las masacres de niños palestinos» y su homólogo boliviano propuso a los gobiernos presentes en la mesa liderar «un grupo internacional en la búsqueda de soluciones en Oriente Medio».
El proyecto de unidad latinoamericana también fue debatido. Rafael Correa realizó un encendido apoyo a Unasur y reconoció que «nos ha faltado avanzar más en la unidad latinoamericana. Si hubiéramos tenido el Banco del Sur en marcha -sostuvo- sería un buen instrumento en la actual crisis económica. Una crisis que nos pasa factura y que nosotros no hemos creado».
Lugo ofreció una posición más prudente. «La integración debe hacerse desde abajo antes», indicó, y se desmarcó de quienes quieren hacerla «desde arriba». Lo que sí llamó la atención fue el silencio de Hugo Chávez respecto a su proyecto de integración ALBA, a desarrollar sólo entre los países más progresistas de América Latina.